Me despierto tumbada en el sofá rojo, con un dolor de cuello impresionante y el teléfono en la mano, que está vibrando al mismo que suena I’m a Barbie girl de Aqua, que venia de melodía predeterminada con el teléfono y siempre quiero cambiarla pero nunca me acuerdo. De verdad, que asco de canción.
—¿Diga? —Pregunto, sentándome en el sofá.
—¿Jamie? Soy Katie —la voz de la directora de casting termina de despejarme, y me pongo tiesa para intentar entender todo lo que me dice. Me va a llevar un tiempo acostumbrarme al horario estadounidense—. Solo quería recordarte que tienes una cita con tu manager para comer, y esta tarde empieza el rodaje.
—¿Con mi manager? Creía que iba a escogerlo yo. ¿Y para comer? ¿Por qué nadie me ha notificado de nada de esto antes? —Pregunto yo, algo molesta y confusa.
—Sí que se te notificó, de hecho, yo lo hice —me responde ella.
Yo intento recordar ayer, en el avión, en el trayecto al apartamento… Solo veo a Luke molestando. Supongo que me lo dijo y yo no me enteré. Vaya…
—Perdona, se me había olvidado, ya lo recuerdo —miento. Tuve un profesor de teatro hace unos años, en mi etapa de estudiante en el instituto, que era el profesor peor que podía haber pedido nadie. Se pasaba las clases mirándome con cara de perro mientras agotaba sus paquetes de cigarros. Hubo una clase en la que su única alumna levantó la mano y preguntó si no iba a dar clase, y da la casualidad de que su única alumna era yo.
El caso es que fue como que despertó de repente, se levantó de su silla y me llamó al escenario, donde el tenía su mesa, y me dijo que recitase el comienzo de Romeo y Julieta, y yo le dije que lo sentía, pero que no había podido comenzar a leerlo, y él me pegó una bofetada, y me dijo estas palabras: «nunca dejes que vean tu parte débil, porque sino no tendrás posibilidades, ya que te considerarán inferior a ellos, y si de verdad quieres ser actriz, tendrás que demostrarles que estás por encima de lo que ellos piensan», y se volvió a sentar en su mesa a encender otro cigarrillo, mientras yo le miraba sorprendida con la mejilla palpitando. No volví a pedirle que hiciésemos algo en clase, yo aprovechaba para hacer los deberes de otras asignaturas, pero me tomé lo que me dijo al pie de la letra.
»Pero igualmente creía que yo escogería al manager.
—No hay tiempo —me responde Katie—. Carl insiste en que te reúnas con esta, dice que es estupenda y que ha trabajado ya con varios artistas importantes, como Tom Cruise, Amy Adams…
—¿Y por qué no trabaja ya con ellos?
—Eso puedes preguntárselo a ella.
Me bajo del taxi enfrente del restaurante en el que Katie me ha dicho que sería la cita. Se llama Fourty Five. Lo cierto es que no le veo nada de sentido al nombre. El restaurante, desde fuera, parece un palacio, así que no me quiero ni imaginar cómo de grande será por dentro.
Me he puesto otro de los vestidos que eligió Denise, es de verde oscuro, hasta las rodillas, y de tirantes, hasta con algo de vuelo. Lo he conjuntado con un cinturón negro y una americana del mismo color, al igual que el bolso. Creo que voy mejorando.
Al entrar al restaurante, que como he dicho, es enorme, me dirijo hacia el encargado, que está dando mesas a aquellos que la tienen reservada. El restaurante creo que es el restaurante más enorme en el que jamás he estado. Tiene las paredes de espejos o forradas por cristaleras o cuadros con un aire antiguo, y las mesas y el suelo son del mismo estilo. En el techo hay muchas pinturas que parecen renacentistas o algo parecido, con muchos ángeles y paisajes celestiales. Debo reconocer que es muy hermoso, aunque no es mi tipo de restaurante, yo soy más de McDonalds.
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El Mundo tras las Cámaras ©
HumorTodos lo hemos pensado en él alguna vez, ese mundo impresionante en el que se mueven nuestros actores favoritos, lleno de glamour y de riqueza. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos querido ser como ellos, hacer lo que ellos hacen, tener lo...