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—...Bueno, me vas a dar una Big Mac y un Happy Meal—Tecleé en la pantalla para segundos después volverla a mirar.

—¿Bebidas?

—Si, dos—Tecleé.

—¿Sabor?

—Naranja.

Anoté y me dispuse a sacarle la factura. La señora llevaba más de unos 15 minutos en caja por no saber que ordenar.

—¿Qué sorpresas trae la cajita?—Preguntó una aguda segunda voz por debajo del mostrador, al inclinarme pude ver a una pequeña rubia acompañando a la indecisa.

—Lo que está en la vitrina nena, por esta noche sólo hay dos disponibles.

Trabajaba en Macdonald's y no me avergonzaba de ello. Hace unos meses aproximadamente cuando recién me mudé a la cuidad me molestaba de sobremanera no ayudar a mi madre con los nuevos gastos que se le venían sobre los hombros. Por ello, una tarde deambulando por las calles encontré un aviso enfrente del estacionamiento que anunciaba que necesitaban personal.

Al principio me superaba, mi primer puesto fue en la cocina lavando las bandejas y las mesas por todo el turno diurno. Poco a poco, fui ganandome la confianza de mi superior y pase desde atrás hacia adelante que es donde me encuentro, en caja.

—¿Puedo escoger?

Sonreí levemente y asentí.

La pequeña de cabellos dorados soltó la mano de su madre para ir a dónde le indique y señalar—: Este quiero.

—Quieres a Simba.

Río y asintió mientras se acercaba de nuevo a la señora que no dejaba de ver la sonrisa de su hija.

Casi todos los días me topaba con gente indecisa, gente que apenas tenía el tiempo para salir de su trabajo y comer algo. Con muchos, pero muchos niños que sólo venían por los juegos, parejas que parecían en sus inicios de rosas y colores es busca de helados para compartir y/o complacer a su pareja.

—Aquí tiene el ticket, retire su pedido en la mesa de al lado.

La señora sonrió y se alejó tomando la mano de la niña. Quitándome la gorra para pasar las manos por mi cabello me preguntaba qué horas serían, me quería ir a casa.

Mamá solía esperarme para cenar juntos en la mesa, decía que habían costumbres que no quería que se perdieran solamente por habernos mudado. Estuve de acuerdo, sólo que le dije que si ella veía que me iba a demorar más de lo necesario comiera sin mi.

De Lunes a Viernes la rutina era la misma. En la mañana clases, saliendo me venía a trabajar y apenas cayera la noche regresaba a casa.

—Hey Luke.

—Dime.

—Cerraremos temprano, Will tiene que irse.

Mackenna, una de mis primeras amistades al ser contratado. Una chica lo suficientemente segura de si misma, pelirroja de ojos verdes.

—¿A dónde?

—No es mi problema, él sólo dijo que avisara a los demás.

Reí levemente y asentí. Will era el hermano del jefe del local, trabajaba en la cocina a pesar de que no tenía que hacerlo porque teníamos personal de sobra, pero él es bastante testarudo. 

—Mientras viva y me guste la cocina aquí me van a tener, la única forma de que me vaya es en una urna—Musitó aquel día que Mackenna le sugirió una jubilación.

Gracias al señor y a todos los dioses del cielo había entablado una amistad con todos, ¿Me costó? Si, pero valió la pena.

—Mack, todavía queda gente.—Le murmuré al ver a una castaña al fondo junto a su computadora.

Ella frunció el seño y miró. No era difícil de encontrar puesto que era la última persona que quedaba ocupando una de las mesas.

Sus hombros cayeron y suspiró—: Esa chica es bien extraña.

—¿La conoces?—Apagué el monitor para luego quitarme el delantal.

—No pero ha venido aquí desde el sábado, pide un té y se sienta ahí.

—¿Y ya?—Guardé la gorra en la mochila para luego alzarla en un sólo hombro, asintió—: No la había visto antes.

—Yo tampoco, empezó a venir el fin de semana—Se encogió de hombros—: Avísale que ya vamos a cerrar, para que se vaya.

El calor subió a mis mejillas pero me encaminé hacia allá. No era bueno con las chicas por experiencia previa, siempre terminaba diciendo alguna estupidez y a la final ni la hora me daban.

Pero eso no quería decir que no podía ser amable.

—Disculpa,—La llamé al estar a unos pasos de su mesa, alzó su mirada hacia mi—: Ya vamos a cerrar, así que...

Jugué con mis manos con nerviosismo, cosa que llamó su atención. Volteó a los lados para segundos después ruborizarse al notar que era la última aquí.

—Oh, s-i, si... Lo siento.

Con una velocidad que veía innecesaria comenzó a guardar su libreta junto con su computadora.

—Descuida.

Giré sobre mis pasos hacia la puerta, le guiñe un ojo en forma de despedida a la pelirroja y salí del local rumbo a casa.

A estas horas no pasaba un transporte público, y cómo no tenía auto caminé las cinco cuadras necesarias. Agradecía no estar tan lejos, agradecía las pocas personas que todavía estaban junto a sus tiendas alumbrando las calles, agradecía tener las piernas lo suficientemente largas para caminar más rápido.

Mamá se preocupaba mucho porque me fuera a pasar algo, ya sea en el trabajo o de camino a casa. Intentaba quitarle preocupaciones diciéndole que cualquier cosa yo la llamaba, sin embargo madre es madre.

Suspiré con cansancio al pasar la puerta de mi casa y lanzarme al sofá, dejando salir un sonido sordo de mi peso cayendo sobre los cojines. Mamá salió segundos después de la cocina con un sartén en mano.

—¡Ay Dios mío, Luke!—Se llevó una mano al pecho, sonreí—: Eres tú, avisa cuando llegues...

—Ma, ¿No escuchaste la puerta?

—Si, pero podía ser un ladrón—Dejó el sartén en la mesa.

—¿Un ladrón con llaves?

Traté todo lo posible de no reírme en sus narices pero me fué imposible. Me fulminó con la mirada y se acercó para dejar un beso en mi frente.

Por mucho tiempo, más del que recuerdo siempre fuimos mamá y yo. Durante el divorcio de mis padres, el abogado me dejó opinar y decidir, suponía que las razones de ello era porque era mayor de edad. Después, me enteré que era solamente por ser su hijo tenía derecho a decidir con quién quería quedarme.

Tarde días pensando, días de puro llanto y cansancio mental entre decidir entre las dos personas que me habían dado la vida. Pero al ponerme en un puesto imparcial, sabía que sería mamá la que quedaría sola puesto que mi padre tenía una familia fuera del matrimonio con mi madre, antes que yo naciera. Familia que me relaciona con dos hijos de su parte.

Al tomar eso en cuenta, mi decisión fué más rápida. Y no me arrepentía, claro que no lo hacía.

—La cena está lista, sabelotodo.

Ya con eso sabía lo que restaba para que el día se repitiera mañana.

BUTTERFLY || Luke Hemmings || lrm Donde viven las historias. Descúbrelo ahora