Capítulo cinco

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JAMES

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JAMES

Viernes 21 de mayo del 2004

Vale, no tenía idea de cómo habíamos pasado de creer que Daniel Johnson nos entregaría a la policía o algo peor a estar frente a él en una pequeña sala de ensayos.

Logan y yo nos miramos. Él se encogió de hombros.

—Vinimos aquí por esto, ¿no es así?

Algo azorado, asentí.

—¿Tal como lo practicamos?

—Ni más ni menos. Podemos hacerlo, amigo. Y si el hombre dice que somos un asco, compraremos alcohol con las identificaciones falsas y nos embriagaremos mientras hablamos mal de él.

—Saben que puedo escucharlos, ¿no? —preguntó Daniel con diversión mientras enarcaba una ceja.

—Brindaremos en su honor, señor Johnson —dijo Logan que, ahora que el peligro de ser tratados como terroristas o asesinos había desaparecido, se sentía más confiado.

—Llámenme Daniel y apresúrense, muchachos —respondió sin dejar de sonreír y pasó una mano por su cabellera mientras negaba con la cabeza—. ¡Dios! No puedo creer que la locura de los "repartidores falsos, diagonal terroristas, diagonal fans asesinos" ha terminado de este modo. Espero que el alboroto que hicieron valga la pena, apreciables Steven Tyler y Bob Dylan —dijo con sorna para recordarnos los vergonzosos carnés de identificación que presentamos.

Si Justin no hubiese sido tan idiota, quizá habríamos tenido un poco más de suerte con esos carnés. Solo a él se le podía ocurrir usar los nombres de dos músicos famosos para hacer las identidades falsas.

Logan y yo compartimos una mirada. Solo llevábamos nuestras guitarras acústicas con nosotros, pero Daniel Johnson nos permitió usar los micrófonos que había en esa sala de ensayos a la que nos dirigió para la más improvisada audición de la vida, según sus palabras.

Daniel se puso a mirar algo en su celular mientras Logan y yo terminábamos de prepararnos.

—Bien, señ... Daniel —dijo Logan, tras aclararse la garganta, mientras se acercaba un poco su micrófono—. Esta canción no tiene nombre, pero tiene corazón. Esperamos que le guste. —Mi amigo me dio una mirada, asentimos antes de hacer un breve conteo y comenzar a rasgar las cuerdas de nuestras respectivas guitarras.

Tal como lo habíamos practicado en los últimos días, la canción que comenzamos a tocar era una en la que ambos trabajamos durante un largo tiempo. No la habíamos nombrado todavía, pero la letra y la música estaban allí por cada tarde que nos sentamos a componerla juntos mientras hablábamos por teléfono.

No mucho más tarde nuestras voces se unieron a la melodía.

Para ser honesto, este tema no era una prodigiosa obra que revolucionaría el mundo de la música, se trataba solo de una canción sencilla y honesta que tenía un poco de nosotros dos, de nuestra amistad.

BadBoy: los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora