Capítulo cuatro

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LOGAN

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LOGAN

Viernes 21 de mayo del 2004

—Ya sabes qué hacer, ¿cierto?

James me miró con algo de aprensión y asintió.

Íbamos vestidos como repartidores de una empresa de paquetería muy reconocida. James empujaba el carrito de carga con una caja enorme y yo llevaba la tabla con la falsa hoja de entrega.

Saludé a los guardias de seguridad del edificio donde se ubicaba Beat Entertainment y luego avanzamos a la recepción. La chica que atendía nos miró con aburrimiento, reventó una bomba de chicle y sacó una libreta.

—¿A nombre de quién es la entrega?

Miré de reojo a James y, aunque me sentía nervioso, traté de actuar con normalidad. Fingí leer la hoja que llevaba en la tabla antes de responderle.

—El señor Daniel Joseph Johnson.

Ella garabateó en su libreta y volvió la vista hacia mí.

—¿Dónde necesitas que firme?

Alargó la mano hacia mí y yo, por instinto, llevé la tabla detrás de mi espalda para alejarla de ella.

—Lo lamento, señorita. Esta es una entrega de carácter privado. Solo el destinatario puede firmar y recibir el paquete.

La mujer rodó los ojos.

—Carnés de identidad de ambos —nos pidió.

Por supuesto que lo habíamos previsto. Justin nos ayudó a conseguir las identificaciones falsas y nos las envió en tiempo récord, aunque él pensaba que las usaríamos para comprar alcohol y visitar burdeles, no para esto. Para ser honesto, esto me preocupaba un poco. Había altas probabilidades de que notaran que los carnés eran falsos porque Justin era un idiota que hizo una tontería que le pareció graciosa.

Tan solo podía cruzar los dedos y esperar que la recepcionista fuera lo suficientemente tonta para no darse cuenta o que ocurriera alguna clase de milagro.

Tal vez fue una mezcla de ambas cosas.

La mujer apenas les dio una mirada a los carnés falsos antes de dejarlos a un lado y sacar un par de gafetes de su cajón. Nos entregó enseguida esos valiosos pases de visitantes y nos indicó el piso al que debíamos subir.

—Avisaré que están en camino. Si el señor Johnson está ocupado, tendrán que esperar o volver otro día.

Le agradecí antes de apresurarnos al ascensor empujando el carrito de carga. Una vez que estuvimos allí dentro, oprimí el botón correspondiente y solté un suspiro.

—Nivel uno desbloqueado —murmuré imitando la voz del narrador de un videojuego que nos gustaba jugar. James se rio.

—Un paso más cerca de ir a prisión —bromeó, aunque estaba algo tenso—. Recuérdame algo... ¿por qué hacemos esto en lugar de conseguir una audición como la gente normal?

BadBoy: los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora