Años antes de convertirse en un fenómeno mundial que cautivaría al público y los escenarios, BadBoy no era más que un proyecto sin nombre con cinco chicos que no creían ser capaces de funcionar juntos. Su pasión por la música y el tiempo les demostr...
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ERIC
Viernes 02 de julio del 2004
Uno, dos, tres... el show inició.
Y como cada sábado, HuggaMug se prendió al ritmo de The Forgotten Mates. El local estaba a reventar esta noche en especial, parecía un pequeño y caluroso hormiguero donde no cabía ya ni un alfiler.
La banda y yo tocamos nuestras mejores canciones y covers. Pusimos al público a gritar, corear y aplaudir.
En definitiva, se podía calificar como una puta noche fenomenal.
La presentación fue tan alucinante que me dejó lleno de euforia y energía. La adrenalina corría alborotada en mis venas cuando John, Stu y Lauren se reunieron frente a mí en el pequeño cuarto que ocupábamos de camerino. Los tres tenían caras muy serias.
—¿Qué pasa, chicos?
Ellos compartieron una mirada. Entonces, Lauren, que siempre era la encargada de dar las malas noticias, me soltó la bomba.
—Lo lamento, Eric. John, Stu y yo estuvimos hablando sobre el contrato que nos ofreció Marshall Records... sabemos lo que opinas al respecto, pero nosotros tres queremos firmar. Es una compañía gigante... una oportunidad como esta no volverá a presentarse.
Ella ni siquiera me miró a los ojos al hablar.
—¿Qué? —conseguí decir—. ¿Van a firmar? ¿Sin mí?
El bajón de adrenalina que me provocó la noticia me hizo sentir enfermo del estómago.
—Ya lo hicimos —confesó Stu.
—Pero...
Parpadeé. Ni siquiera sabía qué decir.
—The Forgotten Mates pertenece ahora a Marshall Records... al igual que todas las canciones que hemos compuesto hasta ahora. —John bajó la mirada—. Lo lamento, Er. Fueron las condiciones al firmar.
Fruncí el ceño, desorientado.
—P-pero... pero esas canciones son nuestras. De los cuatro. Yo también trabajé en ellas.
—Lo siento —murmuró Lauren—. En verdad. Pero esta es una oportunidad de conseguir fama y dinero. Esto último tal vez no es una preocupación para ti, pero a algunos de nosotros sí que nos hace falta.
Stu me puso una mano en el hombro.
—No es demasiado tarde para decir que te arrepientes. El señor Marshall dijo que está dispuesto a darte el contrato si cambias de opinión.
Abrí la boca sin poder decir nada. Forcé una sonrisa y entonces intenté una vez más con las palabras.
—Hoy fue un gran show de despedida.
Sentía en nudo en la garganta.
—Eric...
—Les deseo lo mejor en su carrera con Marshall Records, chicos. Sinceramente. Solo lo mejor.