Soñar despierta

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Amelia, Amelia, Amelia...

Ese nombre no dejaba de sonar en la cabeza de Ricardo, aún no se sabe con exactitud quien es el, pero Amelia, es la dueña de su corazón.

Desde el día que se conocieron la llama de su amor crece, crece y crece tanto que incendiaron todos los sentimientos malos en su interior, con sólo una mirada, eran trasladados del rincón más oscuro, hasta la mayor luz de la pasión y romance.

Amelia después de leer esas dulces y sinceras palabras de su amado, no dudo en contestar.

25 de Agosto

Querido Ricardo:

No puedo creer que después de tres meses aún me siguieras teniendo ese afecto, te confieso que ese último instante dónde toque tu mano, temí que fuera la última, y que la llama de mi amor por ti se fuera extinguiendo, no tienes idea de cuánto te extraño, y quiero saber quién eres en realidad, tu rostro aún no eh podido contemplarlo, espero algún día poder besar con ternura tus lindos labios carmesí.
Eres la única persona que piensa diferente de las reglas de la sociedad, me encantaría ser libre y hacer lo que siempre eh querido hacer,seguir mis sueños, amar, vivir y volar lejos de la realidad. Sabes? Quiero a alguien que escuche lo que tengo que contar, que me ame tal y como soy, estar junto a él pero tener libertad, con Gabriel no es así, y solo me preguntó si algún día podré hacer eso.
En fin, te saludo con mucho cariño, y yo nunca te olvidó, tienes el lugar más grande en mi corazón, tú no me olvides por favor, eres aquellos girasoles en un campo de siembra, la luz en mi oscuridad, y eres la vida que siempre soñé, las horas más felices de mi amor fueron contigo.

Con todo mi amor
Amelia de Leos.

Amelia soñaba despierta con su príncipe azul, aquel amor secreto que tanto amaba, se preguntaba cómo y porque se sentían tantas cosas, tantos sentimientos en muy poco tiempo, Ricardo era el responsable, y Amelia de lo que sentía Ricardo, esa ternura de almas destinadas a estar juntas, sin límites ni barreras, ambos se amaban mutuamente era un amor completo.

Amelia sentía por fin el amor, sentía que fue destinada para ser amada y para amar a Ricardo, con tan pocas palabras de amor ella cayó sin protección, sin embargo era lo único que la mantenía soñando despierta, la ilusionó con una vida llena de luz y cariño, le dió la llave para salir de una realidad macabra, y eso provocó un plan de escape, aunque no estaba convencida de que eso maravilloso que sentía fuera verdadero.

Gabriel: Amelia, ya llegué

Amelia: hola señor Leos

Gabriel: porque tanto vino en el suelo? Y hay vidrios tirados! Por Dios Amelia mírate! Tu cara llena de cortes, tu deber es mantener el orden! Me casé acaso con una inútil?

Amelia: no señor, permítame limpiarlo

Gabriel: eso es, no olvides tu lugar Amelia

Amelia: no señor

Gabriel: cuando termines vas a mi habitación, no duermas tarde, mañana me iré más temprano

Amelia: sí señor

Amelia recogió con delicadeza los trozos de vidrio provenientes de la copa de vino, sin pensarlo mucho los tiro para nunca más intentarlo de nuevo, ella quiso dejar el pasado y ver lo bueno de su futuro, moldearlo de una forma e intentando que beneficiara a todas las personas que la rodeaban.

En cuanto a la carta, ella decidió no decirle absolutamente nada a su esposo, no sabía cómo reaccionaria y temía que le hiciera daño a Ricardo, entonces la tomo en secreto y la guardo en una caja de cartón decorada con unas lindas rosas pintadas, su caja de recuerdos le llamaba.

Tomo la carta de respuesta y la mando en secreto con un cartero del pueblo.

Gabriel estaba empapado, por lo cual fue a su cuarto y se cambió de ropa, no cerró por completo la puerta dejándose por descubierto su cuerpo por unos momentos.

Amelia no se percató de la acción de su esposo, por lo que entró con confianza, cuando lo vió el color de su rostro cambio a uno sonrojado.

Gabriel: oh Amelia, como te atreves a... Voltea!!!

Amelia estaba increíblemente sorprendida e hipnotizada por el hermoso cuerpo de Gabriel, el era alguien fuerte y varonil, a ella le encanta, su rostro mostraba un color rojo que parecía un tomate.

Amelia: como lo siento Gabriel

Amelia volteó hacia otro lado e intentó no pensar en la forma tan linda del cuerpo de su esposo, no se había enamorado de su cuerpo, si no que se pregunto cómo lo mantenía tan sublime, era simplemente perfecto.

Gabriel termino de vestirse y atendió a su esposa.

Gabriel: está bien, yo tuve la culpa por no avisar, no te preocupes Amelia

Amelia: no, no mi señor, yo debí fijarme antes

Gabriel: eso fue un poco incómodo, pero te digo algo? No fue tan raro sabiendo que eras tú, digo, ya te tengo algo de confianza y se que tu no eres capaz de hacerme daño

Amelia: es cierto

Gabriel: bueno, quería decirte que desde que soy alcalde estamos invitados a todas las fiestas de la ciudad

Amelia: es genial creo, pero que quieres con eso?

Gabriel: pues, mañana en la tarde iremos a conocer al nuevo ministro, por lo que debes tener todo preparado de acuerdo?

Amelia: sí señor

Después de eso, ambos durmieron, y Amelia, regreso a ser ella misma, aquella mujer fuerte llena de esperanza, dulce y ruda en el interior, con la idea de aquel que no vive para servir no sirve para vivir, Ricardo se volvió un consuelo, condenado a estar en los sueños y pensamientos de aquella chica permanentemente.

Paso la fría noche, y con ella la oscuridad de la soledad, el amanecer se llenó de alegría y calor con el milagro de un nuevo día, Amelia como siempre despertaba feliz, no estaba feliz de que tuviera esa maldita vida junto a un alcalde de cuerpo hermoso pero corrupto, ella estaba feliz con la simple razón de estar viva.

Bajo a hacer el desayuno, con una sonrisa tierna como todos los días lo sirvió en un plato, preparo la mesa y despertó a su marido.

La misma aburrida rutina, pero por fin con un ligero cambio, alguien la amaba y le demostraba su amor desde la distancia, y ella tarde o temprano, lo encontraría, dejaría todo lo malo atrás, y sin importar Gabriel, Roberto o el mundo, en un momento sería feliz, tendría libertad y tendría amor.

Ramito De VioletasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora