¡Eres tú!

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Amelia.... Amelia.... AMELIA...

El nombre más popular y destacado en toda la ciudad, la primera vez en la historia en el pueblo en la que el titulo en todos lados era una mujer que influirá en no solo en la ciudad, sino en su dominante marido.

El cambio comenzó y el camino estuvo lleno de riesgos y sin excepción, ella fue la primer mujer en  quitarse la venda y gritar en la cara de los agresores sobre la libertad, corresponder a su corazón y emociones para seguir el camino correcto, y eso a Gabriel parecía que le molestaba aunque, en el fondo muy en lo profundo, se alegraba por qué el lo sabía, algún día su dictadura y la de sus antepasados sobre las mujeres se rompería y era su esposa la que quebró su armadura.

Amelia ya nunca se daba por derrotada sin antes intentarlo y lograrlo, y más con este tema de violencia y agresión sobre “si no sirves para servirme no sirves para vivir, en mis manos está el bien de tu vida y salud, un error tuyo y los pierdes" que ella consideraba un acto grande de injusticia y maltrato y alguien debía evitar.

También se mostraba fría y distante con su marido, ella no la apoyaba y creia que podía sola contra el mundo, ella al no tener el apoyo suficiente comenzó campañas de protesta, al inicio fueron pocos, pero conforme el paso del tiempo, miles de mujeres no solo del pueblo se unieron y  se hacían llamar “las mariposas" un equipo solidario que trabajaban duro por lograr la igualdad y que se pusieron ese apodo curioso ya que es un símbolo de la mujer y a Gabriel en especial, odiaba las mariposas porque revoloteaban por todas partes y eran molestas para el, ya que estaba rodeado de flores y se topaba con una siempre.

Las mariposas eran un conjunto del total de 2000 mujeres y contaban alrededor de 2000 hombres que hacían colaboración con dinero, pancartas y cosas así, estos hombres estaban de acuerdo con ellas ya que en ocasiones ellos eran reprimidos y maltratados por hombres mayores, entonces también se unieron a la causa. Las mujeres venían de todas partes no solo del pueblo y eran aceptadas sin ninguna condición.

El día llegó, aquel día era uno soleado y el cielo azul dejaba ver hermosas nubes blancas, aves volando y cantando celebrando la libertad, Amelia y las mariposas se vestían de morado, ellas pensaban que sería el color de la igualdad, la líder tomaba siempre el lugar de atrás, simulando respeto y humildad.

Amelia decidió dar un discurso a todo el pueblo, que también se daría a conocer en distintas partes del mundo, con el propósito de generar conciencia, ella tomo una flor violeta y paso al frente de todos con la cara en alto decidida y valiente:

“La oscuridad no es desconocida para nosotros, ¡escondete! nos decían porque no queremos ver tus partes rotas, aprendimos a avergonzarnos de nuestras cicatrices, ¡Huye! decían pues nadie los querrá como son en realidad.
Pero no dejaremos que nos tiren al polvo se que hay un lugar para nosotros, ¡pues somos gloriosos! Cuando las palabras afiladas quieran cortarnos enviaremos un diluvio y las vamos a ahogar, somos valientes y estamos heridos somos quien debemos ser, está soy yo. Cuidado que vamos llegando y vamos marchando al ritmo de nuestros propios tambores, no hay miedo de ser vistos y no nos disculpamos por ser quien somos.
Otra ronda de balas golpean nuestra piel, pero ¡Disparen! Porque hoy no dejaré que la vergüenza me hunda, estamos estallando atravez de las barricadas y alcanzando el sol porque somos guerreros, si, eso es en lo que nos convertimos porque hay lugar para nosotros, se que merecemos su amor."

Las personas aplaudían, e increíblemente Amelia sonreía de una manera especial, pasaría algo maravilloso y estaba a unos minutos de pasar, ella tomo valor y llamo la atención de todos otra vez:

“Todas las personas tenemos una debilidad, un punto ya sea físico y mental en con el que nos desarmamos o nos fortalecemos, quiero informarlo ahora antes de que sea tarde, no quiero callarlo más y pase lo que pase espero recibir ayuda"

Ella respiro profundo y cerró los ojos, tomo fuertemente la delicada flor entre sus manos, el silencio de la multitud frente a ella la ponía nerviosa, pero tal vez no tendría otra oportunidad.

Ella habló:

“El día de mi boda, creí que sería el más oscuro de mi vida porque sería el día que me quitarían mi libertad y el sufrimiento se apoderaria de mi, pero una persona cambio todo eso para mí, esa persona para mí es la más maravillosa e increíble en el mundo, el dueño de mi corazón y la razón por la que inicie está revolución, ese hombre usaba máscara ocultando su rostro y aún no comprendo porque lo hizo y quizas a mi esposo no lo guste y no me importa lo que opine, pero de alguna forma el enmascarado me vuelve loca de amor, cada semana desde hace tres años me manda versos hermosos llenos de poesía que me han devuelto la alegría, me enviaba flores por primavera y cada 9 de Noviembre siempre sin tarjeta me llegaba un ramito de violetas, necesito encontrarlo y que sepa cuánto lo amo su nombre es Ricardo Vera, y es el amor de mi vida, espero tu estés escuchando esto, pues ya no quería esconder lo que siento, por favor necesito saber quién eres... Mi amor"

La multitud estaba conmovida, y unos cuantos muy sorprendidos por la noticia, nadie ayudo, era porque su príncipe estaba más cerca de lo que creían.

Amelia espero, esperó, y espero pero nadie se movía hasta que un hombre de pelo cano, sonrisa abierta y ternura en las manos se acercó con el mismo antifaz de hace años, se acercó tanto a ella que ambas almas se sintieran encontradas, el momento más esperado por ambos había llegado, Ricardo se acercó unos centímetros a ella y con su voz suave le dijo:

“Amelia, solo soy un humilde sirviente que vive para ti no soy mejor ni peor que nadie pero aún así espero poder ser digno de ti y hacerte feliz porque tú eres el amor de mi vida y no creo corresponder a todo lo que mereces, usted merece el universo entero pero yo soy solo una estrella, le preguntare algo que me invade en las noches ¿Usted puede llegar a amarme como soy en realidad? Solo un chico noble que te ama".

Ella guardo cada palabra en su corazón no quería que ese momento terminará, y para finalizar ella contesto:

“Yo te amo desde aquel encuentro en el campo de violetas, eres la flor que más quiero en mi vida, no importa si vivimos en algo grande o pequeño, solo permíteme estar a tu lado compartiendo sueños y... No importa quien seas, permite que vea tu rostro,
no importa quien seas, te amare toda la vida"

Ambos no pudieron contener más sus sentimientos, se acercaron tanto que sentían la respiración del otro apoderarse de su rostro, Ricardo la tomo del mentón chocando sus miradas y Amelia lo tomo del cuello acercándolo a ella, se fundieron en un beso dulce repleto de amor mutuo, sus almas eran destinadas a estar juntas y vivir un paraíso.

Cuando el beso terminó, Amelia tomo la máscara que llevaba y la retiro delicadamente de su rostro, el no hizo nada para evitarlo y ella quedó paralizada.

Aquel hombre era su marido, Gabriel Leos.

Y cada tarde al volver su esposo cansado del trabajo la mira de reojo, no dice nada pero lo sabe todo sabe que es feliz así de cualquier modo, porque el es quien le escribe versos el es su amante su amor secreto y ella que no sabe nada mira a su marido y luego calla...

Ramito De VioletasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora