𝕻𝖎𝖆𝖙'

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— Para ser alguien que acaba de orquestar un asesinato, me parece que exageras.

¿Exagerar? En las últimas veinticuatro horas había tenido que soportar vírgenes, vampiros aterradores, asesinatos, acusaciones y humillaciones enfrente de mi escritor favorito. La verdad, no creía que llegar a casa y encontrarse con un apartamento en calma fuera pedir demasiado. En vez de eso había encontrado tres intrusos. Tres intrusos que también eran mis amigos, de acuerdo, pero eso no cambiaba el quid de la cuestión.

Naturalmente, ninguno de ellos comprendía mi irritación.

—¡Estáis invadiendo mi intimidad! Y yo no he asesinado a nadie. ¿Por qué todo el mundo piensa lo mismo?

—Porque tú misma dijiste que ibas a hacerlo —me explicó Jinyoung. El diablillo estaba repantigado en mi diván, su porte relajado indicando que podría ser yo la extraña en su hogar—. Se lo oí decir a Jerome.

Frente a él, nuestro amigo Yugyeom me ofreció una sonrisa cordial. Era excepcionalmente joven para tratarse de un vampiro y me recordaba al hermanito que nunca había tenido.

—No te preocupes. Se lo merecía. Estamos contigo hasta el final.

—Pero si yo no...

—¿Es nuestra ilustre anfitriona eso que oigo? —llamó BamBam desde el cuarto de baño. Un momento después, apareció en el pasillo—. Qué vestido más vistoso para un genio del crimen.

—Que yo no... —Las palabras murieron en mis labios cuando lo vi. Por un momento, todos los pensamientos sobre asesinatos y allanamientos de morada se borraron de mi mente—. Por el amor de Dios, Bam. ¿Qué te has hecho en el pelo?

Se pasó tímidamente una mano por las afiladas púas de un centímetro que le cubrían la cabeza. Ni siquiera alcanzaba a imaginarme la cantidad de productos de peluquería que habría hecho falta para desafiar las leyes de la física de esa manera. Peor aún, las puntas de las púas eran de color rubio platino, lo que contrastaba chillonamente con el habitual tono oscuro de su cabello.

—Me ayudó alguien con quien trabajo.

—¿Alguien que te odia?

Bam frunció el ceño.

—Eres la súcubo menos encantadora que he visto en mi vida.

—Creo que las puntas realmente, esto, realzan la forma de tus cejas —ofreció diplomáticamente Yugyeom—. Es sólo que... lleva algún tiempo acostumbrarse.

Sacudí la cabeza. Me caían bien BamBam y Yugyeom. Eran los únicos vampiros con los que había trabado amistad, pero eso no quería decir que no me sacaran de quicio. Entre las numerosas neuronas de BamBam y el impenitente optimismo de Yugyeom, a veces me sentía como el tipo... er, tipa... con cara de palo en una comedia de situación.

—Llevará mucho tiempo acostumbrarse a eso —mascullé, cogiendo un taburete de la cocina.

—Mira quién habla —respondió Bam—. La de las alitas y el látigo.

Me quedé boquiabierta, y lancé una mirada de incredulidad a Jinyoung. Éste se apresuró a cerrar el catálogo de Victoria's Secret que estaba hojeando.

—Ayne...

—¡Prometiste no contárselo a nadie! ¡Dijiste que tus labios estaban sellados y todo!

—Yo, eh... se me escapó.

—¿De verdad tenías cuernos? —preguntó BamBam.

—Vale, se acabó. Os quiero ver a todos fuera de aquí, ya. —Señalé a la puerta—. Bastante he tenido que soportar hoy como para encima tener que aguantaros a vosotros tres ahora.

Succubus [M.T]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora