𝖁ó𝖘𝖎𝖒'

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Paige era toda sonrisas cuando llegué para cubrir el turno de la mañana al día siguiente.

—Buen trabajo con Mark Tuan —me felicitó, levantando la mirada del montón de papeles cuidadosamente ordenados que había encima de su mesa. El escritorio que compartíamos Jae y yo en la trastienda de la librería acostumbraba a parecer el escenario de un apocalipsis bélico.

—¿Por qué lo dices?

—Por convencerlo para que trabaje aquí.

Parpadeé. En el transcurso de nuestras peripecias en el Distrito U y Krystal Starz no le había dicho ni una palabra de convertirse en nuestro escritor residente.

—¿Oh?

—Acabo de verlo arriba, en la cafetería. Dice que ayer se lo pasó bomba.

Salí de su despacho, perpleja, preguntándome si se me habría escapado algo el día antes. La excursión no me había parecido tan espectacular, pero supuse que Mark debía de estar contento y agradecido por los libros rebajados. ¿Había ocurrido algo digno de mención? Sin previo aviso, me asaltó el recuerdo del contacto de la mano de Mark y la curiosa oleada de familiaridad que me había recorrido. No, decidí, aquello no había sido nada. Imaginaciones mías.

Subí a la cafetería en busca de un moca, desconcertada aún. Cómo no, Mark estaba sentado en una esquina con el portátil abierto encima de la mesa ante él. Su aspecto era casi idéntico al del día anterior sólo que hoy su camiseta lucía la efigie del teleñeco Beaker. Con la mirada fija en la pantalla, sus dedos volaban furiosamente sobre las teclas.

—Hola —le dije.

—Hola.

Eso fue todo. Ni siquiera levantó la cabeza.

—¿Estás trabajando?

—Sí.

Me quedé esperando a que añadiera algo más, sin éxito. De modo que continué.

—Pues, esto, Paige me ha dicho que piensas mudarte aquí.

No respondió. Ni siquiera sabía si me habría oído. De pronto me miró con un brillo en los ojos.

—¿Has estado alguna vez en Tejas?

Eso me pilló por sorpresa.

—Claro. ¿En qué parte?

—Austin. Necesito saber cómo es el tiempo por allí.

—¿Cuándo? ¿En esta época del año?

—No... Más bien en primavera o a principios de verano — Escarbé en mi memoria.

—Calor, Lluvia y tormentas. Algo de humedad. Está al filo de la senda de los tornados, ¿sabes?

—Ah. —Mark se quedó pensativo antes de asentir ligeramente y volver a agachar la cabeza—. A Cady le encantará. Gracias.

Tardé un momento en darme cuenta de que se refería a uno de sus personajes. La aversión al mal tiempo de Nina Cady era famosa. El estómago me dio un vuelco y se me cayó el alma a los pies. Me extrañó que no oyera el golpe.

—¿Estás... estás... escribiendo algo con Cady y O'Neill? ¿Ahora mismo?

—Sí. —Lo dijo como si nada, como si todavía estuviéramos hablando del tiempo—. Es el próximo libro. Bueno, el siguiente. El próximo ya está listo para su publicación. Llevo alrededor de una cuarta parte de éste.

Contemplé el portátil con admiración, como si fuera una dorada reliquia divina de antaño, capaz de realizar milagros. Acabar con las sequías. Con el hambre en el mundo. Me había quedado sin habla. Que la siguiente obra maestra se estuviera forjando delante de mis narices, que pudiera haber dicho algo que podría repercutir en ella era sobrecogedor. Tragué saliva con dificultad y me obligué a apartar la mirada del ordenador, a serenarme. Después de todo, no podía emocionarme con otro capítulo cuando todavía me faltaba por leer el anterior.

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⏰ Última actualización: May 21, 2021 ⏰

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Succubus [M.T]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora