𝕯𝖛𝖆

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La imagen que esta en multimedia (por si no sabes quien es John Cusack) es la apariencia de Jerome el patrón, sin mas les dejo con el capitulo.

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El teléfono me despertó de golpe a la mañana siguiente. Una luz tenue y turbia se filtraba por las cortinas transparentes, indicando una hora indecentemente temprana. Donde yo vivo, sin embargo, esa cantidad de luz podía significar cualquier cosa entre el amanecer y la medianoche. Después de cuatro timbrazos, por fin me digné contestar, tirando sin querer a Aubrey de la cama. Aterrizó con un miau indignado y se alejó altanera para acicalarse.

— ¿Diga?

— Hey, ¿Eileen?

— No. —Mi respuesta fue rápida y segura—. No voy a ir.

— Ni siquiera sabes si es eso lo que quiero preguntarte.

— Por supuesto que lo sé. No me llamarías a estas horas por ningún otro motivo, y no pienso hacerlo. Es mi día libre, Youngjae.

Youngjae, el otro auxiliar de ventas de mi empleo diurno, era un tipo bastante majo, pero no sabría poner cara (o voz) de póquer ni aunque le fuese la vida en ello. Su actitud relajada pronto dio paso a la desesperación.

— Todo el mundo está de baja por enfermedad hoy y ya no nos queda nadie más. Tienes que hacerlo.

— Bueno, yo también estoy enferma. Créeme, será mejor que no aparezca por ahí.

Vale, no estaba exactamente enferma, pero seguía luciendo un resplandor residual por haber estado con Martin. Los mortales no podían «verlo» como Duane por sí solo, pero lo presentían y se sentían atraídos hacia él, hombres y mujeres por igual, sin saber ni siquiera por qué. Mi confinamiento de hoy prevendría cualquier posible temeridad romántica. En realidad, les estaba haciendo un favor a todos.

— Embustera. Tú nunca te pones mala.

— Jae, ya tenía planeado volver esta noche para la firma. Si encima trabajo un turno, me habré pasado el día entero ahí encerrada. Eso es retorcido y perverso.

— Bienvenida a mi mundo, guapa. No tenemos alternativa, no si verdaderamente te importa el destino de la tienda, no si verdaderamente te importan nuestros clientes y su felicidad...

— Me estás perdiendo, vaquero.

— Bueno —continuó— la cuestión es, ¿vas a venir voluntariamente o tendré que ir hasta ahí y sacarte a rastras de la cama con mis propias manos?

La verdad, esto último tampoco me importaría.

Puse los ojos en blanco mentalmente, regañándome por enésima vez por vivir a dos manzanas del trabajo. Su perorata sobre el sufrimiento de la librería había sido eficaz, como él sabía que ocurriría. Operaba bajo la errónea creencia de que el sitio no podía sobrevivir sin mí.

Succubus [M.T]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora