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17/11/2012

—Buenos días capitán Flugslys— saludo la azafata

—Buenos días Diana ¿Esta todo listo?— preguntó con una cálida sonrisa acomodándose su corbata y limpiando sus anteojos

—Si señor, puede proceder a la cabina. Buena suerte—

—Gracias— se despidió y entró a la cabina, encendió los motores para que calentaran y habló por el altavoz  —Bienvenidos al vuelo número 374 de nuestra aerolínea con destino a Chicago. La duración estimada del vuelo será de cuatro horas y veinte minutos. Por motivos de seguridad les recordamos que los teléfonos móviles deberán permanecer desconectados desde el cierre de puertas y hasta su apertura en el aeropuerto de destino.  Les rogamos guarden todo su equipaje de mano en los compartimentos superiores o debajo del asiento delantero, dejando despejados el pasillo y las salidas de emergencia. Ahora por favor, abróchense el cinturón de seguridad, mantengan el respaldo de su asiento en posición vertical y su mesa plegada. Les recordamos que no está permitido fumar en el avión. Gracias por su atención, mi nombre es Kenning  Flugslys y Les deseo un feliz vuelo—

Apagó el altavoz, tomo el volante e hizo avanzar el avión. Se estaba preparando para despegar.

La vida adulta recién comenzaba, aún así no marchaba tan mal.
Había conseguido trabajo como piloto comercial en una aerolínea medianamente reconocida. Constantemente viajaba a varios lugares del mundo volando su avión: un Boeing 747 en color blanco con azul.

Esto sumado a sus ahorros le ayudaban a pagar sus estudios, era ambicioso sin dudas, hacer 4 doctorados a la vez no es algo que cualquiera pueda lograr.
Sin embargo el perseguía su sueño: trabajar en la NASA y para esto necesitaría trabajar muy duro.

Era muy joven, demasiado diría yo. Tan solo 20 años y ya volaba aviones como todo un profesional. Las clases del profesor Ángelus si funcionaban.

Aterrizaron, otro vuelo exitoso.

[...]

—Creo que está listo, hay que probarlo— enchufo el aparato cruzando los dedos

Encendió, al comienzo marchaba bien pero a medida que la velocidad aumentaba la bobina se desgastaba considerablemente. Llegó un punto en el que era peligroso y decidió desenchufarlo.

Trabajaba en su proyecto para su clase de robótica espacial: crear un prototipo de motor el cual pudiese tener la fuerza suficiente para elevarse 30 pies en el aire.
Creyó que sus conocimientos en robótica serían suficientes pero se equivocó —Necesito otra pieza... Una goma protectora para la bobina—

Corrió a su computadora y busco en una tienda online lo que necesitaba —¿¡$2,500 una goma protectora?! —

El dinero se le agotaba, apenas tenía para pagar sus estudios y la renta. No podía costear un material tan caro como ese —¿Ahora que voy a hacer?— se preguntaba decaído

De pronto, una idea le llegó a la cabeza. Había visto que en los talleres de los aeropuertos se guardaban varios elementos para arreglar aviones y otros vehículos. Quizás ahí encontraría lo que buscaba y si se podía, gratis.

¿Qué tan difícil sería pedir una goma protectora?

[...]

—No— sentenció el jefe de mecánicos

—¿P-Pero por qué?— preguntó alterado

—Las gomas protectoras que tenemos las pedimos bajo encargo, están contadas e inventareadas una por una. Nos meteríamos en un problema si nos faltará alguna. Lo siento señor Flugslys pero no puedo ayudarlo— dijo firme

PAPER BAG [PaperHat] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora