Capítulo 7

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Estaba a tan solo 5 minutos de llegar a la escuela y de verdad, este era uno de los días en los que hubiera preferido que me tragara la Tierra antes de poner un pie en el salón de clases, porque todas mis compañeras con las hormonas alborotadas me hostigarían hasta conseguir el número del profesor Alonso.

Evidentemente no se los iba a pasar, digo, no iba a faltar a la promesa que le había hecho al profesor de mantener su privacidad intacta, porque si yo fuera él, no me gustaría que invadieran mi privacidad.

Llegué, saludé al guardia que se encontraba en la entrada de mi escuela y a nuestra secretaria que también nos recibía todos los días para desearnos un lindo y excelente día.

Me estaba dirigiendo ya a mi salón rezándole al de arriba (aún sin ser creyente de él) para no sufrir la presión de que mis compañeras me estuvieran pidiendo todo el tiempo el número del profesor cuando recordé que yo llevaría a Jorge al salón y ni siquiera le había avisado que ya había llegado a la escuela, así que tomé mi celular y le avisé que ya entrara a la escuela porque ya lo estaba esperando adentro. Después de enviarle el mensaje, me dirigí a la entrada para esperarlo ahí, en menos de 2 minutos él ya estaba entrando a la escuela.

Y como ya les había mencionado, no era para nada un chico feo. Si lo poníamos en un guapometro él pasaba el 90%. Digamos que era el típico chico guapo que llega a una escuela y enseguida todas las chicas quieren con él, se vuelve el chico más popular y se olvida de sus mejores amigos por pertenecer a un grupo social alto (leo mucho Wattpad y veo mucho Netflix, se nota ¿Verdad?). Confieso que para mí, era el chico más guapo del salón por no decir de la escuela.

Lo ví caminando hacía mí como si fuera en cámara lenta. Se veía radiante, elegante, transmitía alegría y hasta cierto punto, paz. ¿Cómo demonios se veía tan genial con el uniforme? Yo parecía tamal mal amarrado.

Cuando se situó a mi lado, se agachó para quedar a mi altura y darme un beso en la mejilla mientras agarraba su mochila de los tirantes.

-Buenos días Mailén, ¿Cómo amaneciste? - Pronunció para después regalarme una sonrisa, tenía hoyuelos que lo hacían ver tierno pero sus ojos transmitían sensualidad y sexualidad, una combinación algo rara pero hasta cierto punto, exquisita (no lo malentiendan por favor).

- Buenos días Jorgito, muy bien, ¿Y tú?

Le contesté con una sonrisa, hipnotizada por su propia sonrisa. Pero esa sonrisa se fue borrando conforme iba reaccionando a el hecho de cómo lo había llamado.

<<Mailén, ¿De cuándo acá te tratas con tanta confianza con Jorge como para decirle "Jorgito"?>>

- No me habían llamado así desde que tenía, no sé, ¿8 años?

Oh
My
God

<< ¡Mailén! Definitivamente la cagaste y recontra cagaste, ¿Cómo se te ocurre llamarlo así? No estamos en preescolar querida. >>

- ¡Oh!, perdón si te incomodé, esa no fue mi intención de verdad, soy una tonta. - Eso último lo dije más para mí que para él, pero aún así logró escucharme y me dijo

- No te preocupes, es algo lindo por tu parte jajajaja - y me regaló una risa tan linda, de verdad este chico parecía sacado de una serie de Netflix.

- Está bien, te llamaré así de ahora en adelante. - Y le dí una sonrisa de mi parte. No era la más linda del mundo pero una sonrisa no se le niega a nadie ¿O si?.

Después de nuestra pequeña charla empezamos a caminar hacia el salón platicándonos cosas random: cómo si ya habíamos desayunado, qué habíamos desayunado, qué tal nos la habíamos pasado el día anterior y cosas así.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2021 ⏰

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