Tardes de melancolía.

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"Me he acostumbrado tanto a la melancolía, que la visito como a una vieja amiga".

-Charles Bukowski

Yacía tirado en el piso una hora. Esa tarde, después de fumar un cigarrillo y tomar una taza de café; esto ya se hacía monotonía; lo volvia a hacer siempre que la soledad llegaba con su más cruel trato. Escuchando esas tristes músicas que más pesado me hacían sentir, para luego recostarme boca abajo en el suelo.

Un sentimiento terrible de aislamiento se volcaba sobre mí, no quería saber de nada ni nadie en esos momentos, solo quería hundirme en la miseria de mi alma, que atormentaba se vuelve esas tardes.

La melancolía se vuelve absoluta, doy vueltas en el frío suelo, dasanimado, asqueado, fatigado de mi ser; esos momentos donde el alma quiere salir a gritos y quedo viendo a la nada, pensado en todos los fracasos que he tenido, en la decadencia del mundo que me rodea, y más importante aún; en la miseria que yo sentía.

No tenía respuesta de aquel sentimiento profundo, que no es eterno, pero sin embargo, llega siempre certero.

Ya algo mareado por los efecto del cigarrillo en el cuerpo, me levanto fatigado solo para tumbarme en la cama, desordenando las sábanas y tirando las almohadas al piso dejando la única a la cual suelo estrujar y abrazar clamando por un descanso de aquel terrible sentir de miseria, ansiedad y melancolía que experimentaba. Apretaba las manos y con fuerza cerraba mis ojos, escuchando aquella música; viendo estático al techo, mientras analizaba y me sentía identificado con aquellas terribles rimas que más condena me producían .

Llegaba ese momento, donde no sentía nada más, solo un profundo vacío, y me perdía en el limbo de mi conciencia. Ya no entendía la música y dejando de prestarle atención, estaba en la nada, sintiéndome roto y resquebrajado sin nada que naciera de mí, solo quería fundirme entre las sombras que ya se producían por la falta de luz. Con aquel sentimiento, me levantaba despacio, como si todo estuviera bien cuando nada lo estaba.

Iba a observar la nada, a ver el cielo y las montañas que era la vista que mi ventana me proporcionaba, observada los detalles que a mi alrededor abundaban y me llamaba poco a poco, viendo los perros correr, viendo las nubes moverse al son del ligero viento, observando el sol ponerse y luna aparecer, creyendo en lo hermoso que era todo, y la sonrisa se filtraba en mi rostro.

Cuenta me daba de que había belleza en todo lo que me rodeaba, me sentía satisfecho, viendo lo hermoso del paisaje y de la vida, respiraba profundo, sintiendo mi latir y que nada acabaría hasta que este, tuviese un fin. Mientras, debía apreciar lo que tenía para observar y más orgulloso me sentía, por haber sobrevivido a otra tarde de melancolía.

 Mientras, debía apreciar lo que tenía para observar y más orgulloso me sentía, por haber sobrevivido a otra tarde de melancolía

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