Capitulo 6: "Éste es tu castigo, señorita"

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Colin se pasó casi toda la mañana y parte del mediodía durmiendo como si le hubieran narcotizado. La verdad es que era algo que agradecí enormemente. Mientras él estuviese arriba, yo no tendría que verle el pelo y aguantarme las ganas de echarle a patadas. Y mucho menos el pedirle disculpas, cosa que quería que hiciese mi abuelo, pero no pensaba hacerlo. Tenía que admitir que era muy orgullosa, pero, ¿pedir disculpas por intentar proteger a mi familia? No, ni muerta pensaba decirlo

-Debería llevarle algo de comida, ¿no? No ha bajado a comer -mi abuela siempre preocupándose de la gente

-Ya se despertará cuando quiera, Madeline. Después de los diez chupitos de tequila que se bebió él solito -me echó una tremenda mirada de acusación en toda regla- tiene que estar hecho polvo

-¿Colin bebió alcohol?

-Sí, Sophí. Y fueron sólo ocho, abuelo -me dirigí a él

-Desde luego, este chico... Mira que entrar al trapo con Darril y sus amigos... No tenía que haber aceptado el reto de esos borrachos -mi abuela suspiró sin remedio alguno- Pero es la última vez, ¿verdad, Thomas?

-Sí, cariño. No le pasaremos ninguna más

Mi abuelo no le había dicho nada a mi abuela porque no quería que ella también se enfadase conmigo. No había necesidad. En lugar de ello, le adornó bastante lo que sucedió en realidad. Como mi abuela no se hablaba con Darril y su grupo de cirrosos crónicos, mi abuelo le dijo que se había picado con ellos a hacer una apuesta jugando al billar y que yo intenté pararle, pero él no quería parar porque no quería que lo tachasen de cobarde. También le pidió a mi abuela que le diesen otra oportunidad, ya que era nuevo en la ciudad y no sabía con quién hablaba. Desde luego, Colin había encontrado a unas personas demasiado generosas y bondadosas, tanto que hasta rozaban la ingenuidad

Después de comer, y cuando ya íbamos por el postre, Colin apareció en el comedor. Llevaba una camiseta blanca un poco ajustada a sus brazos y unos vaqueros ajustados y, por supuesto, una cara de sueño, justo como la de esta mañana, aunque un poco más mejorada

-Hola -hablaba en bajito

-Hola, Colin. ¿Te apetece comer algo?

-Si no es molestia, señora Peterson, sería genial

-Claro que no es molestia, Colin. No has comido en todo el día. Y por favor, no me trates de señora. Llámame Madeline -y salió disparada a la cocina para traerle un plato de comida

Colin se sentó con cuidado en la mesa, justo delante de mí y de Sophia, que aún estaba con la cucharada del helado de melocotón en la boca. Yo solté la cuchara y aparté el tazón. Se me quitaron las ganas de comer de inmediato

-¿Cómo estás, Colin? -preguntó inocente mi hermana

-Pues ahora mejor -se pasó las manos por la cara hasta echarse el pelo hacia atrás. Estaba cansado- Pero Sophí, nunca bebas alcohol. Nunca

¿Y ahora se dedicaba a darle consejos de estilos de vida a mi hermana pequeña? Eso ya era el colmo. ¿Qué pasaba? ¿Ya se creía de la familia?

Mi abuela interrumpió mis pensamientos agresivos y mortales contra Colin

-Aquí tienes, Colin. Aún sigue calentito -le plantó el plato delante de él, igual que yo hice con el potingue de esta mañana. Ojalá se lo hubiera puesto. Así tendría que comérselo a la fuerza para no ser maleducado

-Muchas gracias, Madeline. Tiene muy buena pinta -le hizo la pelota

-Oh, muchas gracias, corazón

Genial, ya se había ganado a mi abuela también. Aunque era muy fácil ganársela si le hacías un par de piropos por la forma en la que cocinaba. Ella era una amante de la cocina tradicional

SIN IDENTIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora