Capítulo 9

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Quil se levanta de mi cama con cuidado de no tirarme, y me hace una seña para que me quede aquí, pero ruedo los ojos y bajo las escaleras corriendo hasta que llego a la puerta, viendo a mi hermano pelear con un repartidor.

—¡Llévate esas flores de aquí! —Exclama Sam sin poder empujar al pobre chico que parece bastante asustado, ya que Emily tiene agarrado a mi hermano con fuerza.

—¿Qué pasa? —Pregunto con Quil a mi espalda, manteniendo el ceño fruncido mientras observa malamente a las flores, que como el repartidor, no tienen la culpa de nada y van a cargar con la furia de unos hombres lobo cabreados y celosos.

—¿Es usted la señorita Uley? ¿Kala Uley? —Pregunta el repartidor con miedo, asiento y me entrega una cesta llena de rosas azules, pero un azul claro que nunca había visto, pues parece gris. Firmo el papel que me da y cierro la puerta con la cesta de flores en las manos.

Dejo la cesta sobre la mesa y agarro la nota que viene con las flores, sabiendo a la perfección quien las envía sin necesidad de leer la nota, en la que pone:

"Para mi preciosa luna, no había flores con el color de tus ojos, pero por suerte si había del color de tu posición, de tu posición como luna de mi manada. Espero verte más en el instituto, necesito hacerte mía ya. Te quiero mucho, mi luna.

Firmado: Tu Mael."

La nota es arrebatada de mis manos y los chicos se pelean por leerla, pero cuando lo está haciendo Sam, agarra mi brazo y me arrastra fuera de casa, pero cuando estamos en el porche, me coloca sobre su hombro y camina de forma apresurada hacia un punto de la Reserva que no conozco.

—¿A dónde vamos? —Pregunto entre jadeos, pues está apretando mi estómago con fuerza contra su hombro.

—A mi casa, donde te mantendré segura y sin que nadie intente alejarte de mí – Dice Quil sonando obvio y entramos en una casa pequeña, me tumba sobre su cama y luego cierra todas las puertas y ventanas. —No pienso dejar que Mael se te acerque nunca jamás.

De vuelta a casa |QUIL ATEARA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora