Capítulo 18

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Despierto en una superficie mullida y evidentemente muy cómoda, pero frunzo el ceño cuando un aroma a canela y a pino llega a mis fosas nasales, confusa, me doy la vuelta y me encuentro con unas adorables pecas sobre la nariz de Mael, quien está dormido mientras me abraza con firmeza por la cintura.

Abro los ojos con sorpresa y me levanto de la cama intentando no despertar a este alfa tan curioso, observo su cuarto con asombro al verlo tan increíblemente limpio y ordenado, pero no me quedo mucho y salgo corriendo.

Me cruzo con varios miembros de su manada que me miran con asombro, curiosidad y diversión, pero sin embargo no me paran cuando huyo cual cobarde. Salgo de la casa y me tomo unos momentos para ubicarme, sabiendo que estoy al sur de la Reserva.

Comienzo a correr por la Reserva y cuando me quiero dar cuenta, estoy a cuatro patas, paro de golpe y gimo horrorizada al ver mis patas peludas y de un intenso marrón grisáceo.

¿Qué mierda acaba de pasarme? —Gimoteo de forma lastimera y me tumbo en el suelo. Ahora que, ¿soy un maldito chucho?

Tranquila, estoy contigo. —Dice Mael mientras corre hacia mí, viendo un pelaje acaramelado que llega a mi lado, lame mi hocico y se tumba conmigo. —¿Sabes que si hablas conmigo es porque no perteneces a la manada de tu hermano?

De vuelta a casa |QUIL ATEARA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora