Casualidad: Nega

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NOTA DEL AUTOR ORIGINAL: el OC Nega es autoría de Banghg, aparecido en los fics Llamadas y Ellos (no confundir con el de Agnes Marie). En nombre de todos los implicados en el Loudverse, le damos las gracias y rendimos homenaje por un OC tan ingenioso e icónico de este Fandom. Espero que este tratamiento de su creación le complazca.

Encendió el cigarrillo, dejando que la brasa se quemara un poco antes de darle una calada sin afán, aspirando el humo de tabaco barato, inundando sus pulmones de nicotina. Lincoln se ajustó la bufanda roja alrededor de su cuello, aflojando un poco el nudo. Hacía calor esa tarde en todo Royal Woods, y sentía que la temperatura era más intensa alrededor del campo de fútbol. En las gradas era insoportable, y no le importaba ver el resultado del partido. Ese lo conocía ya. Lo conocía muy bien.

El clamor de vítores y arengas de hinchas llegó a sus oídos. En otros tiempos habría pensado que era ensordecedor, pero la muchas veces que había asistido a ese partido ya lo tenía más cansado que otra cosa. Pensó en ir a un bar frecuentado por él (bueno, aún no), oler un poco de vodka, quizá contarle una historia a Royd. Bueno, mejor esperar un poco, tenía unos meses disponibles aún para oler su perfume etílico y asustar al buen Royd. Chupó un poco más del cigarrillo, indiferente a lo que ocurriera en esos momentos. Estaba detrás de los baños del estadio, un rincón en donde no sería encontrado por nadie y que le servía muy bien siempre para esa ocasión. Aunque alguna vez había decidido divertirse con las reacciones que pudiera tener su familia sacando la cajetilla en las propias gradas y encendiéndose el cigarro en frente de todos. Lo hubiera hecho esta vez, pero siendo sincero, ya le aburría. Ese era el problema, todo era cada vez más aburrido. Uno creería que ser prácticamente inmortal brindaría cantidades infinitas de diversión y disfrute, pero cuando se tiene once años eternamente no es así.

«Ahora que lo pienso, ¿cuántos años tengo realmente?». Ja, eso ya lo había pensado antes. Era difícil de determinar su edad. Todos los cambios y el hecho de que su memoria ya se permitía desechar recuerdos inútiles (como algunas muertes de Leni y Lynn) no le permitían establecer algo concluyente. Tantas veces que pasó esos meses una y otra vez...

Agitó un poco la punta del cigarro, liberando al aire un cúmulo de cenizas flotantes. A veces pensaba en que podía desarrollar cáncer o algo por fumar, pero enseguida recordaba que tras unos meses tendría cuerpo nuevo. Después de todo lo que le había pasado y le tendría que seguir pasando, tener un tumor en el pecho sería el colmo.

Otra calada más. Carajo, esa marca de cigarrillos era terrible, amarga como hiel de pescado podrido y encima duraba poco. Debería haber guardado dinero para comprarse los Luckys...

Un estruendo estalló en el campo. Lincoln se enderezó, tomándolo como su señal. Ah, la rutina, iba a tener que volver a ver a su familia atónita por la visión del cráneo machacado de Lynn, el cómo lo recriminaban por su insensibilidad, el cómo Lucy se retraía hasta el fondo de un foso negro... En fin, el prólogo para la muerte de Luna, de Leni, de él. El cigarrillo ya se había apagado. Lanzó la colilla humeante a un lado y se encaminó hacia las gradas, con el estruendo ensordecedor de la multitud resonando aún en los oídos.

Mientras llegaba escuchaba los gritos. Algunas veces diferían del guion, pero la mayor parte del tiempo eran las mismas interjecciones y expresiones comunes en esos casos. «Dios mío », «¡Llamen a una ambulancia!», «mierda», «Jesús Cristo». Se las sabía cómo un poeta conoce sus versos, pero nunca había escuchado el grito que un adolescente cercano lanzó: «¡Increíble!»

¿Increíble? Bien, eso era nuevo. Nunca había escuchado que alguien viera como hilarante una lapidación humana en vivo y en directo, pero hay gente para todo. Le importaría decirle algo a ese tipo, pero en realidad no. Meh, dentro de unos meses nada de lo que pasara esa tarde iba a ser digno de mención.

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