Capítulo 19

8.8K 678 65
                                    

—Margaret, ven conmigo. —Susurra Carlisle para no despertar a Esme y me ofrece su mano, dándome la opción de rechazarla, pero aunque él ya no sienta lo mismo que yo, aunque eso es lo que siento dentro de mí.

Agarro la mano de Carlisle y caminamos por el hospital hasta llegar a las escaleras que dan a la azotea, suspiro al ver la hermosa imagen de una ciudad preciosa, luciendo solo los edificios más altos. Una imagen hermosa para escuchar a Carlisle romper conmigo.

Porque si, porque pienso en que me va a dejar sola, me va a dejar por esa humana, como si yo fuera intercambiable, estoy segura.

—Margaret. —Susurra Carlisle, y dejo mi deprimente pensamiento dentro de mí y me giro, sabiendo que si aún fuese humana, ya estaría llorando. —Hey, mi pequeña niña, no llores.

—No puedo llorar. —Murmuro mientras me tiembla el mentón, causando que un puchero esté presente en mis labios. —Sólo quiero que seas directo.

—Pero no puedo dejarte así de triste, no mereces estarlo, tú solo deberías estar sonriendo para el resto de la eternidad, y sé que es por mi culpa, lo siento mucho, creo que has malinterpretado todo, cariño.

—¿Malinterpretado? —Pregunto acercándome un paso a él, puesto que no puedo soportar el espacio que hay entre nosotros, tanto físico, como emocional.

—Mi pequeña niña, huelo a mi paciente porque me abrazó cuando le conté que su marido maltratador no se acercaría más a ella, me estaba agradeciendo su ayuda. —Dice con una pequeña sonrisa, pero sólo porque me ve sonreír levemente.

—Me alegra que la hayas ayudado. —Murmuro al saber lo importante que es para él ayudar a las personas, además de que el sentimiento de que me va a dejar ha disminuido levemente.

—Y me retrasé solo por una cosa, una cosa que no planeaba hacer aquí, ahora y así, pero creo que no tengo opción. —Suspira Carlisle y saca de su bolsillo interior una caja de terciopelo. —Tenía que pasar por el banco para sacar esta reliquia familiar.

Miro la caja, y cuando se abre, simplemente abro la boca sorprendida y observo fijamente la magnífica joya que está frente a mí, pero cuando Carlisle se arrodilla frente a mí, literalmente suelto un pequeño grito de emoción.

Adiós, soledad |CARLISLE CULLEN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora