prólogo

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Justin bufó exhausto mientras cerraba el capó del auto y se apoyaba sobre este

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Justin bufó exhausto mientras cerraba el capó del auto y se apoyaba sobre este. Limpió con un trapo sus manos engrasadas antes de pasárselas por el cabello con frustración.

Había estado trabajando todo el día y se sentía muy cansado. Por la mañana trabajaba en una pequeña fábrica papelera en el sector de producción y por la tarde en un taller de autos. La situación estaba difícil, muy difícil, y no podía permitirse vivir con un solo trabajo. Tres en realidad, si contaba el de su novia Hazel.

Habían decidido mudarse juntos cuando cumplieron dos años de noviazgo. Vivieron en una bonita casa en la que pensaron que podrían construir su futuro, pero las cosas se volvieron complicadas y ya no pudieron mantener más la renta, por lo que no tuvieron más opción que rentar una pequeña habitación en un motel bastante descuidado. Aún así las cosas seguían complicadas en lo económico, así que allí también vivían como podían.

—Bieber —llamó alguien a sus espaldas sacándolo de sus pensamientos.

Justin se volteó encontrándose con Paul, su jefe.

—¿Qué sucede? —preguntó—. Ya he terminado aquí.

—Lo he notado, ya puedes retirarte —asintió. Sacó un sobre del bolsillo trasero de su pantalón y se lo tendió—. Allí está el pago de la semana.

Justin suspiró aliviado al verlo. Estaba necesitando mucho ese dinero.

—Gracias —respondió cuando lo tomó.

Frunció el ceño cuando lo abrió y notó había menos dinero del que cobraba normalmente.

—He tenido que recortar la paga, esta semana los ingresos han ido en picada —dijo Paul sintiendo culpa.

—¿Cómo se supone que pagaré mis deudas con esto? —preguntó Justin en voz baja.

Sentía ganas de gritar por la frustración. Cuando creía que todo iba mal, siempre llegaba algo para afirmarle que las cosas podían ir aún peor.

—Lo siento muchacho, las cosas están muy complicadas.

—Lo sé, no te preocupes Paul, gracias —dijo mientras colgaba su morral sobre su hombro.

Pocos minutos después salió del taller sintiendo que su cabeza explotaría por todo lo que estaba pensando. Intentaba encontrar una manera para poder pagar todas las boletas que llevaban atrasados y la renta.

El atardecer estaba cayendo sobre su cabeza mientras caminaba por las calles desiertas de ese pequeño pueblo de Texas. Tenía la costumbre de ir a buscar a Hazel cada tarde a su trabajo, no quería que se volviera sola hasta el motel, sabía lo peligroso que eso era y no quería que le pasara nada.

Ella se había convertido en lo más importante de su vida. Se habían conocido en un asilo para ancianos donde Hazel aún trabajaba como voluntaria. En ese entonces él iba cada día porque allí estaba su abuela ya fallecida. Desde el primer momento en que la vio no la pudo quitar de su cabeza, y de un momento a otro dejó de ir al asilo solamente por su abuela, sino que también iba porque necesitaba verla.

Hold me ➵ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora