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Dos semanas habían pasado y las cosas casi no habían cambiado

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Dos semanas habían pasado y las cosas casi no habían cambiado. Seguían hospedándose en el asilo, pero sabían que en cualquier momento podrían necesitar esa habitación y deberían irse. De todos modos, estaban muy agradecidos por la ayuda que estaban recibiendo, era el único lugar que les había abierto las puertas en esa noche tan desagradable. 

Justin aún seguía buscando algún puesto de trabajo disponible, pero todo estaba muy complicado. Estaba considerando la idea de hablar con sus padres y volverse a Canadá junto a Hazel, pero aún tenía la esperanza de que algo pudiera salir bien en ese pueblo, así que esperaría unos días más antes de tomar esa decisión.

Hazel ingresó a la habitación encontrándose con Justin recién bañado, tan solo una toalla cubría su cuerpo. Sonrió de costado y se acercó hacia él para besar sus labios.

—Buenos días —saludó mientras pasaba las manos por su pecho húmedo.

—Buen día Haz —dejó un corto beso en sus labios—. Deja de hacer eso, a no ser que quieras que tenga una erección ahora mismo —sonrió.

—No quiero eso, tenemos que estar en la cocina en diez minutos —respondió mientras miraba el reloj en la pared.

Este marcaba que eran las cinco y media de la mañana. Por hospedarse allí sin poner un solo dólar, ayudaban en la cocina a la hora de preparar el desayuno, almuerzo, merienda y cena para los ancianos. Por eso debían levantarse más temprano. Debían tener todo preparado para cuando todos se despertaran.

—Solo vine a verificar que ya estuvieras despierto. Te estamos esperando en la cocina, hay café recién hecho —avisó Hazel.

Justin asintió y la tomó con fuerza por la cintura para plantar un largo beso en su boca.

—En un momento iré —respondió sobre sus labios.

Hazel sonrió y asintió antes de salir de la habitación. 

Pocos minutos después, Justin ingresó a la cocina donde ya se encontraban Hazel y otras cuatro personas que trabajaban allí.

—Buen día —saludó.

—Buen día —respondieron todos al unísono.

Se acercó a su novia y dejó un beso en su coronilla antes de colocarse el delantal, un par de guantes y una red para el cabello.

—¿Por dónde empiezo? —preguntó.

—Puedes empezar untando todas esas tostadas con mantequilla —respondió Emma, una de las chicas que trabajaba allí, mientras señalaba una bandeja llena de pan recién calentado.

—Bien.

Tomó todo lo que necesitaba y comenzó a untar los panecillos calientes con mantequilla. Miró a Hazel y le guiñó un ojo al notar que lo estaba mirando. Ella soltó una risa inaudible y siguió con su tarea, la cual consistía en exprimir el jugo que se serviría en el desayuno.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2021 ⏰

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