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El fin de semana había llegado al fin y eso significaba que ambos podían descansar. Las cosas parecían estar más tranquilas, Daniel no había aparecido con su carta de desalojo y en la fábrica de Justin aún no se habían hecho realidad los rumores. Aún así estaban asustados todo el tiempo de que algo pasara, pero ese día en particular se levantaron con ganas de no pensar en problemas, simplemente querían tener un día entero para ellos sin preocupaciones.
—Eres tan buena Hazel —dijo Justin con voz ronca mientras esta se movía en círculos sobre él.
Hazel gimió cuando Justin le dio una nalgada incentivándola a que se moviera más rápido.
Esa mañana se habían levantado cariñosos, y aprovecharon para entregarse el uno al otro ya que no tenían un horario específico para levantarse de la cama.
—Estoy cerca —lloriqueó.
Justin la tomó con fuerza por la cintura y comenzó a bombear rápidamente en su interior para hacerla a llegar al orgasmo. Hazel gritó y arañó su pecho ante el placer que le provocaba.
—Acaba para mí nena —alentó con los dientes apretados.
Pocos segundos después, Hazel se desplomó sobre el cuerpo de Justin dejándose ir en un orgasmo desgarrador que le dejó el cuerpo temblando de punta a punta. Él aceleró sus embestidas para poder llegar también.
—Diablos —gimió mientras se dejaba ir también en un fuerte orgasmo.
Cuando se quitó el condón y lo dejó a un lado, Justin pasó sus brazos alrededor de la cintura de Hazel, quien seguía sobre él, y besó su frente.
—¿Todo en orden? —preguntó sin dejar de repartir besos por todo su rostro.
—Todo de maravilla cariño —le sonrió y besó su clavícula—. Tengo una idea —dijo mientras acariciaba su pecho lleno de tatuajes.
—Cuéntame.
—En la tarde celebrarán que el asilo cumple diez años, y me han invitado a ir —anunció. Justin asintió sin entender—. Pensaba que tal vez podríamos quedarnos un poco más acostados, luego ducharnos e ir un rato a celebrar. ¿Qué te parece? —preguntó.
—¿Habrá pastel? —preguntó elevando las cejas—. Sino no iré.
Hazel soltó una carcajada con ternura al oírlo, había sonado como un niño.
—Claro que habrá pastel cariño.
Justin acarició su mejilla con el pulgar y sonrió. No podía dejar de mirarla con adoración, después de tantos años aún no podía creer que esa mujer tan hermosa era su novia.
—Pues entonces iremos —aseguró—. Pero aún hay tiempo, así que primero disfrutaremos de otro round —dijo y en un ágil movimiento la dejó debajo de su cuerpo.
