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Cuando cayó la noche, Justin se paró frente al motel y soltó un suspiro con dolor. Había pasado muchísimas horas caminando y, como era de esperarse, no había conseguido nada. Todo iba mal en el pueblo, aún así había ido con una mínima esperanza de que podría conseguir cualquier puesto de trabajo. Pero en todos los lugares lo rechazaron diciéndole que por el momento no buscaban empleados.
En todo el día no había podido dejar de pensar en como harían para sobrevivir en esa situación. Ni siquiera tenían el refrigerador lleno y sus ahorros estaban a nada de acabarse, todo iba de mal en peor y no sabía que hacer para que las cosas mejoraran un poco.
Miró hacia el segundo piso y suspiró nuevamente al ver que la luz de la habitación donde vivían estaba encendida. Sentía que Hazel estaba preocupada por él, nunca le había dicho que se volviera sola ni mucho menos había estado desaparecido por tanto tiempo.
Subió las viejas escaleras y se paró frente a la puerta de su habitación. No se sentía listo para enfrentar a Hazel y decirle la horrible noticia, sabía que la pondría aún más triste. Notaba lo mal que estaba ella y odiaba tener que contarle eso que la pondría peor, pero de todos modos en esos momentos solo necesitaba uno de sus sagrados abrazos. Entre sus brazos era donde él se sentía mejor y lograba quitar toda la mierda de su cabeza por unos momentos.
—Aquí vamos —dijo luego de tomar una profunda respiración.
Cuando tomó el valor necesario, abrió la puerta e ingresó a la habitación encontrándose a Hazel calentando algo de comida.
—Has llegado —dijo sin despegar la mirada de la olla que estaba usando—. Hoy he ido al asilo y me han dado comida que sobró allí, ¿quieres ducharte así comes tranquilo? —preguntó mientras se volteaba. Su sonrisa se borró cuando lo vio allí parado con el rostro demacrado y los ojos rojos—. ¿Qué ha sucedido cariño?
Justin tiró su morral al piso y sollozó sin poder evitarlo. Hazel cerró los ojos sabiendo lo que estaba pasando y apagó el fuego antes de correr hacia él para envolverlo en sus brazos. Cuando lo hizo, Justin la pegó a su cuerpo y comenzó a llorar con fuerza entre su cuello dejando que todo el dolor y la ira salieran en forma de lágrimas.
Hazel sollozó dolida al ver a su novio así y comenzó a acariciar su cabello mientras le susurraba palabras cariñosas para calmarlo. El dolor del rubio era palpable, y eso le estaba rompiendo el corazón, no soportaba verlo así.
—¿Qué ha sucedido cariño? —preguntó aún sabiendo la respuesta obvia.
—La fábrica ha cerrado —respondió con la voz rota—. Hoy finalmente han aparecido todos los ejecutivos y nos han dicho que la producción no puede seguir adelante, la situación es insostenible. ¿Qué haremos para salir adelante Hazel? ¿Cómo lograremos que no nos dejen en la calle? —sollozó más fuerte.
Hazel cerró sus ojos con fuerza y apretó más a Justin contra su cuerpo. No sabía como harían, Daniel no había aparecido otra vez por la renta pero sabía que era cuestión de días para que apareciera con una carta de desalojo. También en cualquier momento les cortarían todos los servicios por falta de pago. Todo se estaba desmoronando sobre ellos sin darles tiempo a pensar como salir adelante.