7_ Vino Y Una Nueva Dimensión

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Niel se hallaba a Kilómetros del lugar, montando su corcel a trote, mientras un pequeño azabache se removía entre sus brazos, advirtiéndole a éste que estaba a punto de despertar, notando como el pelinegro tras haber abierto los ojos lentamente, al momento comenzó a frotarlos debido a la iluminación repentina.


—Donde... ¿dónde estoy? —Preguntó un Yuuri confundido, mirando enfrente en busca de un lugar conocido aun frotándose su ojo derecho.


—Cálmese príncipe Yuuri, está a salvo —Dijo Niel con su típica actitud seria, haciendo que Yuuri levantara la vista para ver el rostro de quien lo llevaba en brazos, notando que el ojirojo estaba al pendiente de la dirección donde iban.


—¿Dónde están mis papás? —preguntó el azabache somnoliento sin despegar la mirada del pelinegro.


—En el reino, pronto le explicaré todo lo que ha sucedido, pero no se haga malas ideas —dijo el mayor sin despegar la vista del camino. Yuuri sólo se dedicó a jugar con la manta que lo cubría, jalándola de un lado a otro, mordiéndola de vez en cuando, hasta que en uno de sus jalones, su codo había chocado con el brazo del mayor, el cual lo sujetaba, evitando que cayera con la cabalgada, lo que hizo que detuviera sus jugueteos para no molestar al chico.


Niel se tranquilizó cuando por fin había pisado tierras conocidas, por lo que decidió bajar la velocidad, pero escuchó un leve gruñido en una dirección confusa, provocando que detuviera el andar de su caballo, al mismo tiempo sujetando con más fuerza a Yuuri, el cual debido al susto, se aferró al pecho del mayor en busca de seguridad mientras, mientras el pelinegro buscaba con la mirada de dónde provenía aquel sonido, pensando en que animal o ser podría emitir un gruñido así, y tras oírlo nuevamente pudo darse cuenta que se trataba del estómago de su pequeño acompañante.


—¿Tiene hambre? —Preguntó con una leve sonrisa el oji rojo, notando como el azabache asentía y se cubría el rostro con rapidez, debido al mal momento que le hizo pasar.


—Estamos en tierras conocidas así que... ¿Por qué no comemos algo? —Preguntó sarcásticamente el joven brujo, por lo que el menor asintió un par de veces.


Niel bajó de su corcel junto al menor, al cual había dejado sobre una pequeña roca plana para que éste se sentara en ella, y algo que había llamado la atendido del menor, fue el tallar dibujos en la misma roca con ayuda de una más pequeña. Niel aprovechó el momento para atar las riendas de su corcel en una rama cerca de ellos y a la vez, bajar la mochila de provisiones que le había entregado el rey. Una vez ésta en sus manos, regresó al lado del menor, el cual no despegaba su vista de los garabatos recién hechos, mientras el ojirojo abría el bolso para encontrar algo adecuado para ambos, encontrando unos pares de papillas para Yuuri, cosas de primeros auxilios y alimentos empaquetados "poco sanos" en su opinión, llegando a la conclusión de que debía cortar algo de fruta del lugar.


—joven príncipe, quédese aquí y no se mueva, vuelvo en unos segundos —Dijo el mayor para proceder a ir en dirección al primer manzanal que encontrara cerca.


Yuuri por su parte al notar la bolsa de provisiones estaba cerca y debido a sus ansias de comer algo, no pudo evitar ir a gatas en dirección de ésta, y al llegar, tiró de ella un par de veces en un intento por abrirla, tras no saber donde estaba la abertura, terminando tumbándola, a lo que todas las provisiones cayeron al suelo, y tras tomarle menor importancia a ello, se dispuso a ir por algún panecillo o algo digerible, pero el brillo de una pequeña botella llamó la atención de éste, y al gatear en su dirección, pudo notar que era un liquido rojizo que brillaba de múltiples colores al tocarle el sol. Una vez que llegó hasta ella, la tomó en sus manos y al notar que un corcho estaba adherido a la salida del contenido, trató de sacarlo con sus manos, pero al no lograrlo, decidió sujetarlo con sus dientes mientras que son ambas manos sujetaba la botella, logrando así abrirla, debido a su fuerza siberiana.

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