troisième

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Volví a tener consciencia al día siguiente gracias a un molesto rayo de sol que se coló por la pequeña separación que había entre las dos cortinas del ventanal de la sala de estar.

Espera... ¿Sala de estar?

Juré haberme acostado en mi habitación junto a Beomgyu.

Decidí levantarme en busca de mi pareja y fue fácil encontrarlo en un lugar tan pequeño como lo es nuestro departamento. Estaba en la cocina preparando el desayuno, huele bien y él también, pude sentir su dulce aroma aún estando lejos de él y diferenciarlo de los otros aromas en la habitación.

Era impactante tener esa habilidad.

—Hola, cielo. —le sonreí demostrándole mi emoción al encontrarlo dentro de la habitación.

—Oh, hyung, ya despertaste. Buenos días, ¿Dormiste bien?

—Me duele un poco la espalda por el sofá pero no es la gran cosa.

—Intenté despertarte para ir al cuarto, pero no reaccionabas así que no me quedó otra opción que cubrirte e irme. Lo siento.

—Oh, no, yo lo siento. Siempre te esfuerzas mucho en despertarme.

—Y vaya que mucho. Eres como un oso, tú no duermes, hibernas —se río de mí y eso me hizo sentir mal. Me deprimió escuchar sus carcajadas, no era mi culpa el tener el sueño pesado, era de mi organismo —Oh, hyung, era broma. No quería hacerte sentir mal.

—No importa —sonreí vagamente tomando asiento en las sillas del comedor correctamente ordenado y con cosas puestas sobre la mesa.

Decidí tomar café, así que tomé mi taza negra por fuera y roja por dentro, le puse una cucharada de café y sin añadirle azúcar.

Odio el azúcar, pero lo amo a él y su dulzura.

—Uhm, me disculpo de nuevo si lo hice sentir mal, hyung —puchereó el menor y observó todos mis movimientos. Lo vi sobresaltarse en su lugar y arrebatarme la taza de golpe con sumo cuidado para no que no cayera fuera del contenedor, lo miré extrañado —¡No consumas nada sin tomarte tus pastillas antes! Es la regla, ¡No la rompas!

—No creo que sea tan grave, bebé —me puse las manos en la cintura mientras seguía mirándolo.

—Puede ser grave. El doctor nos lo ha dicho a ti y a mí, y más si es café, Choi Soobin —dejó el objeto que contenía mi líquido despertador matutino sobre la mesa y dio un paso adelante parándose frente a mí mientras fruncía su ceño y gruñía como un perrito enrabiado.

—Bueno, bueno. Voy por ellas, dame un segundo.

Fui a la habitación y tomé el pastillero sacando las pastillas de la casilla del día miércoles y me las metí a la boca, tragándolas en seco como lo hago usualmente. Fui nuevamente junto a Beomgyu y abrí mi boca sacando mi lengua para demostrarle que ya las había ingerido.

—Bien, toma —sostuvo la taza y me la devolvió con una sonrisa preciosa. Era la misma que me había enamorado.

—Eres un oso astuto —le di un sorbo a mi café sintiendo como empezaba a quemarme el interior pero de una manera muy satisfactoria debido a que sentía mi cuerpo entumido. Dejé mis labios en la orilla de la taza, solté un suspiro y reí de manera leve al ver a Beomgyu algo enfadado por lo que acabo de decir, pero sé que no era en serio y solo quería jugar.

—No da risa.

—Sí lo da, osito —besé su frente y me fui a sentar.

—No lo da —se volteó y me dejó un plato con unas tostadas con huevos fritos frente a mí —Provecho.

—¿Y qué hay de ti, Beomie?

—Ya lo hice. Despertaste muy tarde, son las dos de la tarde ya.

—¿Qué? —no lo creía. Miré el reloj de pared y noté que era verdad, ¿Tanto había dormido? ¿Me estaré convirtiendo en un oso de verdad?

—No te culpo. Sabes que los martes te duele más la cabeza que otros días.

—¿Dolor? No recuerdo haber tenido ninguno ayer.

—Umh... Que extraño... —se le veía nervioso —Te quejabas mucho, quizá lo imaginé. Le echaré la culpa al cansancio, debo descansar más.

—No te preocupes, calma. Quizá me dolía tanto que no recuerdo qué pasó o por qué lo hacía... Ahora, hablando de descansar, ¿Tus vacaciones van bien? ¿No te has comunicado con tus compañeros?

—Ah, sí, todo bien pero me dijeron si podía avanzar con un trabajo grupal para el próximo semestre, así que me verás trabajando más tarde.

—Oh, vaya, comprendo. Te haré compañía.

Disfrutaba y me gustaba estar a su lado cuando hacía sus tareas. Mi bebé es muy inteligente.

—Está bien, hyung —le revolví los cabellos con cariño.

Y tal como dije, ahí estaba, haciéndole compañía en su estrés. La verdad, no entendía nada de lo que estaba hablando y escribiendo en su computador. Es complicado, interesante pero complicado.

Leía todo concentrado hasta que vi como se agarraba los cabellos de la frustración y comenzaba a hacer un grito ahogado.

—Hey, Beom, tranquilo. Toma un descanso.

Me levanté para ir a la cocina a prepararle una taza con té caliente para que pudiera calmarse. Cuando iba de vuelta, una puntada en mi cabeza me hizo arrojar la taza y agarrarla entre mis manos porque el dolor se hacía más y más insoportable. Quizás a esto se refería Beomgyu antes.

—¡Soobin! —vino corriendo porque pude sentir sus zapatillas chocar contra el suelo. Se arrodilló frente a mí tomando mis mejillas entre sus manos —¿Estás bien?

—S-solo quería hacerte un té...

—No hagas nada que no te pida, ¿Ok? Vamos, te ayudaré a recostarte —no podía rechistar en este estado así que le dejé que tomara mi brazo, lo envolviera alrededor de su cuello y me llevara al cuarto acostándome al instante. Pude ver como traía una medicina y me hacía abrir la boca, seguro era para el dolor así que no dudé en hacerlo.

—L-lo siento, quería que te relajaras y solo logré darte más estrés —las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, de un instante a otro. Era una pena, yo daba pena.

—Me estresaría si algo le llegara a pasar, hyung —acarició mi mano con suavidad en un compás y la besó.

—P-pero...

—Nada de peros, me quedaré aquí cuidándote el sueño hasta que mejores. Por favor, descansa...

Pero no puedo seguir escuchando la última parte porque ya me estoy durmiendo. Lo siento, mi pequeño príncipe.

Así son los miércoles.

the 7th part of me °• soogyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora