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p a r t e   d o s
𝓙𝓾𝓵𝓲𝓪𝓷𝓪





Totora llega a manos de Valentina bajo el nombre de Marta según el collar que estaba envuelto en su cuello.

Estaba descuidada y abandonada cuando la halló en una cajita de carton, rasguñada y humeda, al pasar por un callejón de camino a su piso. Normalmente, Valentina no toma atajos o se desvía aunque sea un poco del camino que la lleve a sus destinos. Pero tuvo el impulso como su madre le había dicho cuando le había mostrado a Totora hace cuatro años atrás de detenerse y no dejar en otras manos al animal.

Valentina aun no llega al punto de arrepentirse de la decisión. Totora es su amiga, su compañera de piso y familia.

—Eres especial. —le dice aunque Sabe que ella no le entiende. Le dice que la quiere mientras pasa sus manos por su columna y detiene sus Caricias en su estomago, justo donde tiene una mancha blanca.

Totora la mira con sus ojos azules, pestañeando suave y constante. Valentina no hace mas que sonreírle. —Son cosas que Valentina ha aprendido desde que tiene memoria. Su hermana le enseñó que decir te quiero.

—No es extrano cuando hay una sensación de felicidad cada vez que se ve al objeto de carino. —Le dijo tambien, que si el pensamiento de perderla le hacia sentirse mal, pues definitivamente había un carino grande ahí.

Valentina solo le ha dicho te quiero a su madre, hermana y a Totora. Y si Valentina es capaz de reconocer sus propios sentimientos es porque ha leido y porque ha sido entrenada para entenderse a si misma.

Por eso cuando Totora se enferma, Valentina no duda ni dos segundos antes de que este tomando el cuaderno del veterinario de la gata en el que estan especificadas sus vacunas, una mantita amarilla que tiene Totora bordada en todos sus bordes y la caja para transportar a la felina.

No le importa si tiene que cumplir un turno en la reposteria o si tiene que andar constantemente con una sonrisa falsa en el rostro.

No puede pensar en nada mas cuando tiene a Totora lamentandose de una forma desconocida hasta el momento, en realidad.

Para Valentina parece escucharse siempre distinta. En la sala de espera de la nueva consulta del barrio esta hace poco mas de un año, pero Valentina no había tenido necesidad de ir antes llama a Noelia, su jefa, para decirle que no va a llegar, que esta en el veterinario y no puede solo abandonar a Totora.

Recibe un:

—No te preocupes, toma el tiempo necesario —y el sonido de que la llamada ha finalizado. Esta bien para Valentina.

El veterinario le dice que Totora solo tiene un resfriado. Le dio una receta, remedios que tiene que darle a su gata cada siete horas. No es la primera vez que pasa, pero le gustaría que fuese la ultima. Hay una sensacion extrana en su estomago, incomoda, cada vez que esto sucede, porque la enfermedad que acabó con su madre tambien comenzó con simples recetas de remedios.

A veces no quiere pensar en que su madre ya no esta y que Eva, su hermana, está demasiado lejos como para verla seguido. Quiere pensar que no esta sola y que en realidad cuenta con mas apoyo del que cree. Pero no ha sido especialmente entrenada para eso. No es buena mintiendose a si misma tampoco a los demas. No ha sido entrenada para detectar la lastima en la voz de otras personas. Aunque si conoce un poco el tono del sarcasmo y el de la ironía, porque vienen acompañados de gestos característicos.

Los olvida a veces, Sin embargo, y todo termina en burlas que conoce como a la palma de su mano.

Todo termina consigo misma autoregulandose de formas que no le gustan, porque deja marcas en sus muñecas, en sus antebrazos y en sus piernas. Deja morados en su cintura y chichones en su cabeza. Y no le gusta, pero se siente en calma. Se obliga a sentirse en calma.

⸙: Wҽ ϝҽʅʅ ιɳ OƈƚσႦҽɾ ❬  𝙅𝙪𝙡𝙞𝙖𝙣𝙩𝙞𝙣𝙖; ❀❜ ❭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora