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Los gritos agonizantes de una mujer dando a luz eran ensordecedores, el lugar donde se encontraba no debía de que tener ni siquiera hablar de tener hijos.

Pero quién podrá ir en contra de la naturaleza, si esa mujer se hubiese dado cuenta de que estaba a punto de dar a luz no estuviera hay, pero quién sabría que el bebé nacería hoy.

Meng Yao solo veía como su madre lloraba por los fuertes dolores, los sanadores disponibles en ese momento le dijeron que saliera, pero este no quería se sentía asustado, pero su madre le da una sonrisa reconfortante mientras le decía - A-Yao no te preocupes - mientras hacía una nu can de dolor ya que la atacó una pequeña contracción.

El niño fue sacado del lugar, los gritos se hacían cada vez más seguidos hasta que el llanto de un bebé se hizo presente después de un rato Meng Yao entra cuando los sanadores salen y ve a su madre con un bulto en sus manos.

Los meses pasaban e incluso los años aquel niño ahora era todo un joven adolescente de 19 años y una hermana de 5 años Minrri una niña vivaz, traviesa y con mucha energía para saltar, correr y jugar, guardando algunas de sus pertenencias en un pequeño bolso para emprender un viaje. La voz de una niña llamo la atención de Yao.

- Hermano a donde vas - pregunto con cierta curiosidad.

- Tengo que hacer un viaje muy largo - dijo mientras sonreía - por favor cuida de mama ¿si? - poso una de sus manos en la cabeza de la niña mientras esta asentía.

- Buen Viaje hijo ten cuidado.

- Lo tenderé madre.

Solo pasaron unos meses, solo unos malditos meses cuando a la puerta de aquella casa de citas llegó un hombre repugnante, las tunicas rojas con su emblema del sol bordada en ellas.

Entrando a la fuerza y ordenando que matarán a todas las que se encontraban hay, buscando una mujer en particular camina a ella con los ojos muy abiertos y tomándola del cabello la jalones y tira al suelo

- Te dije estúpida, que te decisieras de esa mocosa, pero sabes algo, mira a tu alrededor.

La mujer asustada ve a su alrededor y todas sus compañeras muertas y a lo lejos ve a su hija que está sorprendida, sus ojos se abren y ve al Wen con los ojos asustados.

- Esto es lo último que verás en tu vida maldita prostituta.

Y le corta la garganta con su espada, la chiquilla que a lo lejos veía todo tropezó haciendo que el ruido llegará a los oídos de Wen Chao, volteando la cabeza como si fuera la hija del exorsita.

- Vallan por esa mocosa la quiero viva.

Minrri corre hasta perder de vista a los Wen, pero ahora quedó sola, no sabe a dónde ir.

Entre el cielo y el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora