Decepción

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- Hermosa - le susurré antes de darle un beso en su cabeza. Se había quedado profundamente dormida en mi brazo y no tenía ni la más mínima intención de despertarla. Alcancé el control remoto con mi otra mano libre y apagué el televisor, me acomodé como pude y me quedé dormido en los pocos minutos.

En la mañana siguiente me desperté por el sonido que provenía de la bañera, la música de Hayle y el agua correr. Me sobé los ojos tratando de despertarme y luego bostecé mientras me sentaba en la cama.

Vi la hora en el reloj de mi celular que estaba en la mesita, eran las 6:05. Mierda.

Me levanté rápidamente de la cama, salí del cuarto, subí las escaleras tropezando hasta llegar a mi cuarto donde me saqué la ropa y me metí a la bañera. Me demoré aproximadamente unos 5 minutos , si no fue menos y me sequé con la toalla que estaba colgada al lado de la puerta. Salí del baño con ella enrollada en mi cintura y me dirigí a mi armario para sacar un polo, unos jeans y del cajón mi ropa interior.

Tiré la toalla en el cesto de la ropa sucia y me puse la ropa limpia, cogí mi mochila de la silla y mis zapatillas que estaban debajo de la cama. Bajé las escaleras hasta el cuarto de Hayle y empujé la puerta que estaba entre abierta.

- Hayle, ya me ten... - levanté mi vista al frente para ver el interior del cuarto pues estaba viendo la perilla de la puerta y al hacerlo la encuentro a ella al borde de su cama, en ropa interior.

Mi corazón comenzó a bombear con tanta fuerza que pensé que me iba a comenzar a doler y un temblor se apoderó de mis piernas. Los nervios me hicieron titubear pero a pesar de todo no podía apartar mi vista de ella, su piel se veía tan suave y tersa. Las ganas de tocarla aumentaron mientras bajaba mi mirada a su pecho y luego a sus piernas.

Sentía que no había nadie más en la casa, solo ella y yo y podía hacer lo que quisiera pero no era así.

- ¡Oliver! - su grito me sacó de mi pensamientos y dí un paso hacia atrás por inercia - Sal de mi cuarto - puso el polo que tenía en las manos en su pecho para cubrirse.

Su inocencia la hacia tan atractiva y a la vez me hacia sentir culpable por los sentimientos que tenía por ella. Quitárselo era lo que más anhelaba.

Salí de su habitación sin decir una palabra más, no iba a permitirme decir nada impropio, no podía dejarle saber lo que sentía, no podía arruinar mi relación con ella y la confianza que habíamos construido, y sobre todo no podía estropear la familia que había creado con ella y sus padres. Desde el momento que me mudé con mi madre a su casa nos habían acogido y ayudado con nuestro problemas y definitivamente no iba a malograr eso por unos caprichos míos. Solo me quedaba reprimirlos y tratar de contener estas ganas de hacerla mía.

Todo paso tan rápido que seguía pegado en la puerta y agarrando la perilla con fuerza. Mi corazón seguía latiendo fuerte y estaba agitado, su cuerpo seguía rondando en mi cabeza y no podía dejar de pensar en ella.

No quería.

Habré estado ahí, recostado en la puerta por tres minutos, mas o menos, hasta que bajé mi mirada al suelo y vi mis zapatillas en mi mano. Me senté en el parquet, dejé mi mochila al lado y me las puse y volví a escuchar la voz de Hayle por detrás de la puerta - ¡Oliver! Ven - terminé de amarrar los pasadores y los escondí debajo de la lengüeta. Me paré con la mochila en mi mano, giré la perilla y entré. Me calmé un poco y aparenté estar relajado.

- ¿Por qué te molesta tanto que te vea en ropa interior? Tu me has visto en bóxer mil veces - caminé hasta su cama y me eché en ella dejando mi mochila en el suelo.

Alguien Que ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora