AFFY | ❝ Mira, no sé qué tan absurdo pueda sonar esto, pero jamás creí que lo más difícil que haría en mi vida sería enfrentar el desastre de un corazón roto. No sé cómo hacerlo, no tengo idea de cómo lidiar con el dolor. Lo más irónico es que romp...
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00. — prefacio
❛❛ he was just a boy ❜❜
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A los ojos de cualquiera, yo estaba triunfando sobre la vida.
Decir que había sobrevivido a la bomba que dejaron caer sobre mi familia ya era más de lo que todos esperaron de mí. Hoy tenía de las notas más alta de mi generación, un mejor amigo envidiable, la atención de las dos chicas más preciosas que he visto en mi vida y una reputación que al menos me atribuía respeto... pero siempre hubo algo que estuvo fuera de mi alcance: estabilidad mental.
Y no es porque quiera hacerme el importante ni porque mencionarlo le dé un toque extra al hecho de que son las dos de la madrugada y estoy perdido en Londres, pero basta con mirarme durante más de un minuto para darte cuenta que estoy podrido por dentro. Que haya nacido con el don de la disimulación es un tema distinto.
—¿Dónde mierda estás?
Quizá es por eso que siempre he tenido una extraña conexión con el hijo ignorado de la familia Potter. Los dos tenemos la sombra de nuestros hermanos encima, un par de eventos de nuestro pasado que se están devorando a nuestro presente y una personalidad de mierda que ninguno de nuestros padres quiere soportar, por lo que ambos estamos sorprendidos de haber llegado tan lejos sin saltar de un precipicio.
Miré al dueño del bar cuando al fin encontré ese lugar tan deplorable y él cabeceó en dirección a la mesa del fondo, adivinando por quién venía. Exhalé en un bufido fastidiado al ver la desprolija figura de Albus, tendida e inconsciente sorbe la madera vieja.
—Lleva ahí un par de horas —anunció el hombre mientras secaba los vasos—. Agradece que no le han hecho nada.
Abstuve a mi rostro de contraerse en una mueca de desagrado, aunque ya ni siquiera me sorprendía saber que había ido a parar a un pub de mala muerte. Otra vez.
No respondí y me adentré en el local, haciendo mi mejor esfuerzo por ignorar la música y el olor a orines mezclado con cerveza muggle de mala calidad.
—Hey —lo llamé sacudiéndolo por el hombro. Albus se quejó, pero se negó a moverse ni un milímetro—. No voy a dejarte aquí para que te dé una congestión. Vamos, levántate.
El azabache masculló algo que no entendí antes de caer dormido de nuevo. Perdí la paciencia y le arrebaté un vaso de la mano a uno de los borrachos que pasaba junto a mí, derramándolo sobre la cara de Al.
—¿Qué te sucede? —exclamó con voz gangosa. Rodé los ojos y lo jalé por los brazos para ponerlo de pie.
Tenía tan mal aspecto que no pude evitar sentir lástima, pero un nuevo sentimiento lo reemplazó rápidamente. Estaba enojado, con él y conmigo mismo, pero me sacaba de quicio verlo tan ausente porque yo quisiera tener el valor de ponerme así también. De olvidarme de todo, de mandar a la mierda mi vida y ahogarme en un vaso de alcohol, pero incluso era muy cobarde para evadir mis problemas así.
