Parte IV.

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A todas y todos disculpen la tardanza, mi teléfono ha tenido problemas y he perdido varios archivos de Google drive que es donde escribo, les mando besos y amor a todas y todos.

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Siempre me pareció curioso lo que se puede hacer cuando se es un hombre con poder, Johnny Dogs movió todo Birmingham y en menos de treinta minutos tenía a un grupo de hombres completamente desperdigados por la ciudad y el bosque en busca de la famosa bruja, Arabia Moreau.

– Sube Thomas, la encontramos – Dogs abrió la puerta del automóvil y condujo en dirección al bosque, nos bajamos cuando nos fue imposible continuar conduciendo para continuar a pie por el estrecho camino pantanoso, fue igual que leer a los hermanos Grimm, la casa se alzaba por sobre el pantano dejándola en medio del agua, una estrecha escalera terminaba en un pequeño muelle.

– Tiene que ser una puta broma.

– Las putas brujas no son una puta broma Thomas, aún podemos regresar – Advirtió quitándose el sombrero cuando unos cuantos cuervos blancos pasaron revoloteando alrededor.

– El diablo no le teme a las brujas Johnny, pero si algo me pasa, Polly está a cargo – Le estiré mi abrigo para subir al bote que los blinders habían arrastrado hasta allí, no puedo negar que estaba cagandome de miedo mientras remaba hasta el pequeño puerto donde amarré el bote, todo crujía lleno de musgo, una vez estuve arriba en el pórtico me giré para hacerle una señal a Dogs y que supiera que todo iría bien, la puerta estaba entreabierta, y respirando profundamente, tomé valor, y entré.

El interior era completamente diferente de lo que esperaba, la madera limpia, las hierbas y especias pendían del techo desde la entrada, dejando la vista a una sala de estar cuyos sillones estaban repletos de libros, cuadernillos, y frascos con cosas en su interior, el aroma de los sahumerios inundaba el pequeño espacio, me moví tratando de hacer el menor ruido posible hasta llegar a la cocina, donde una mesa redonda tenía extendido un paño rojo y la baraja de Tarot encima, una foto de Kimber y una mía, cintas, y velas rojas, comprendí entonces que la bruja Arabia era real, completamente real, una taza de té de lavanda aún humeaba a un lado de la baraja.

– ¿Dónde está ella? – Cuestioné al gato blanco que dio un salto sobre la mesa para observarme fijamente, un ojo azul y uno verde, con una cinta negra pendiendo de su cuello amarrado a un pedazo de amatista.

El gato comenzó a asearse sin prestarme mayor atención, por lo que continúe avanzando a la habitación detrás de la cocina, la puerta estaba abierta y del techo, al igual que en toda la casa, las hierbas pendían de él, cuerdas, cadenas, jaulas, y frascos, en el centro de la habitación estaba ella, sentada en el interior de un círculo de sal alzando las manos impregnadas de tierra roja al aire, conjurando hechizos de protección en nuestro idioma, el espejo delante de ella me dejaba ver el cabello abazache cubriendo los pechos del torso desnudo, cientos de pecas por todas partes; quise retroceder, bien sabía que aquellas cosas no debían interrumpirse, no era seguro para ninguno que yo estuviera ahí.

Retrocedí, haciendo que la tabla en mis pies crujiera, pero el incienso que ahora tomaba en sus manos me hacía suponer que no había notado en nada mi presencia, por lo que regresé a la entrada, haciéndole una seña a Johnny Dogs para que se marchara.

Esperaría a que su ritual terminara.

Moví cuidadosamente los libros, procurando no perder las páginas donde habían quedado abiertos, el sonido hizo que me encogiera de hombros cuando un cuervo con el pecho y el lomo blanco, se posó en el apoyabrazos para observarme luego de que me colocara el cigarrillo en la boca, lanzó un graznido cuando acerque el fuego al cilindro acercándose suavemente.

– Supongo que no puedo fumar aquí.

– Claro que no – De un salto me puse de pie, viendo a la mujer salir de la habitación metiendo los brazos dentro de los brazos del camisón blanco con pequeñas flores azules y moradas, sacó el cabello de dentro de la ropa para amarrarselo despreocupadamente mientras caminaba hasta mí – definitivamente usted no leyó Hansel y Gretel, simplemente se mete a la casa de la bruja.

– Vine a comer algunos algunos caramelos – Me aventuré a decir mientras la seguí de regreso a la cocina – ¿por qué y una foto mía?

– Porque hago un hechizo de amor – La observé bastante confundido, dejando caer la cabeza a un lado para verla, si aquello fuera cierto no lo habría mencionado.

– No necesita hacerlo – Contuvo una sonrisa mientras tomé con suavidad su barbilla viendo el moretón en su ojo izquierdo – ¿Kimber?

– El cree que puede tener posesión de todo, pero yo no soy una pertenecía – Subió sus manos tomando mi muñeca para bajarla extendiendo mi palma delante de ella – ¿por qué vino aquí?

– Pensé que Kimber le habría hecho más daño – Respondí apretando los ojos al sentir el escalofrío subiendo desde mi mano con cada toque de sus manos – quise ver si estaba usted bien.

– Nadie se atreve a venir aquí, dicen que una bruja peligrosa habita estos bosques – Contó ofreciéndome una sonrisa coqueta ¿me seducía? ¿Realmente había estado haciendo hechizos de amor en mí? Bajó sus grises ojos a mi boca entonces supe que estaba pidiéndolo.

– ¿Qué tan inconveniente sería que la besara justo ahora? – Ella me sonrió dejando ver los puntiagudos colmillos dentro de su boca.

Era una vampira.

– Solo si está seguro de sellar el hechizo – Me desafío lamiéndose los labios, ya tenía media erección dentro del pantalón.

La tomé de la cintura, sintiendo la desnudez de su cuerpo por encima del camisón mientras la acercaba a mí, su boca se fue directo a la mía, dándome un beso corto y fuerte dejándome todo el resto del trabajo a mí, apenas dejé mis manos rodeando su cuello para acercarla un calor insoportable me arremetió dejándome las mejillas sonrojadas mientras sus labios se movían sobre los míos, la boca tibia, el aroma de su cabello, mezclándose con el té de lavanda, su respiración cayéndome en la cara, se puso de puntillas para echarme los brazos al cuello, me estreché a su cintura aventurándome a lamer con suavidad su boca.

– ¿Dónde está la habitación – Se separó de mí de inmediato, los ojos grises habían cambiado a un verde muy suave, la boca roja por la fricción me sonrió.

– ¿Quieres cogerme? – Soltó sosteniendo el nudo de mi corbata al tiempo en que yo tragaba nervioso.

– Me encantaría.

– ¿Qué luna hay afuera, señor Shelby? – Alcé la mirada tratando de recordar.

– Creciente, luna creciente – Entrelazó sus manos tras mi cuello y volvió a besarme esta vez con más ternura.

– Vuelve en luna llena, Thomas – Acarició mi cuello con suavidad para soltarme dando un paso atrás, las velas encendidas a sus espaldas me dejaron ver la tela transparentandose de su camisón.

– Pero...

– Yo no esperaría más para irme – Sonrió estirando su mano al Cuervo que aún estaba sobre el sillón – Brannagh cruzará contigo el pantano – Anunció metiéndose a una de las habitaciones contiguas.

– Thomas, creímos que la bruja te había echado al caldero – Río Johnny Dogs cuando logré salir del espeso bosque pantanoso – debes agradarle si envío a uno de sus familiares a guiarte – Señaló al cuervo que se había posado sobre mi automóvil – ¿Todo bien?

– Eso espero.

Cupido me ha flechado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora