Parte VII

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Tercera persona.

Polly Gray se deslizó por el bosque, si había algo que conocía eran los caminos que las brujas transitaban ya que ella misma los seguía antes de salir de las caravanas, sabía que iba por buen camino por el graznido de los cuervos que intentaban distraerla y perderla, se detuvo para agudizar el oído cuando pudo escuchar la voz alzándose a lo lejos en la melodía que su sobrino había estado cantando los últimos meses, el sendero se volvía cada vez más estrecho para terminar en un pequeño claro dónde la encontró.

– Cupido me ha flechado, la riqueza me da igual, solo ha de consolarme, mi marino audaz jovial, doncellas vengan todas, quienes aman de verdad que al amor de un audaz marino, surca el embravecido mar – Polly la vio erguirse mientras recogía hierbas en su canasto de mimbre, se observaron largamente, mientras la cabellera de la bruja se agitaba en el viento – cupido me ha flechado – Siguió cantando – la riqueza me da igual, solo ha de consolarme, mi marino audaz jovial.

– Ya veo porque Thomas está tan enamorado – Soltó acercándose para quedar a un par de metros de la muchacha.

– Polly Gray – La llamó dejando su canasto sobre el suelo para observar la copa de los árboles mecidas por el viento que la ira de Gray había traído – no vienes aquí para pedirme hierbas – Levantó su mano al aire haciendo que el viento se detuviera de golpe.

– Eres buena, gitana.

– Si quieres entrar a mi casa tendrás que deshacerte de ese humor – advirtió volviendo a inclinarse para tomar el canasto, Polly respiro profundo y alzó su mano derecha para dar tres golpes en el suelo con el pie izquierdo – Sígueme.

– No puedes criar un bebé aquí – Habló Polly luego de sentarse a la mesa para recibir la taza de té de toronjil – es húmedo.

– Fue lo mismo que dijo tu sobrino – El cuervo se posó sobre el umbral de la ventana para permitirle a Arabia estirar su mano a que él se posara – es Brannagh lo encontré cuando era solo un polluelo, cayó de su árbol, el invierno lo habría matado.

– ¿Y la gata?

– Séfora – Dijo viendo al animal que de un salto se subió al regazo de Polly – los familiares reconocen a las de su clase, por eso Brannagh te ha traído hasta aquí.

– ¿Qué pretendes con mi sobrino, Arabia?

– Sin rodeos ¿no?

– ¿Lo has hechizado?

– Claro que no – Bajó el párpado inferior izquierdo mientras miraba a Polly a los ojos.

– Sé quien eres Arabia.

– Entonces sabes que en realidad no soy una mala mujer – Polly guardó silencio mientras ella se sentaba en frente – Seré sincera contigo, ya que te atreviste a venir aquí para defender a tu sobrino.

– Thomas y los muchachos son como mis hijos.

– Lo sé – Se amarró el cabello para tomar aire – yo solo quería su semilla, pero las cosas cambiaron.

– ¿Los amas?

– No lo sé.

– Él te ama, Arabia, y va a enfrentar a Billy Kimber para poder quedarse contigo.

– Billy tiene los días contados – Se levantó de su silla para abrir uno de los anaqueles lanzando sobre la mesa una fotografía con el rostro del aludido en ella.

– Pensaste en todo.

– Toda mi vida gira en torno a lo mucho que detesto a Kimber, le volaré la cabeza y lo usaré de abono para mi huerto – Polly sonrió.

Thomas Shelb.

Sentía los nervios en mi estómago, Kimber hablaba, y hablaba, y hablaba, acerca de él costoso abrigo que Arabia llevaba puesto mientras se fumaba un cigarrillo de pétalos de rosa delante de mí, su sola presencia me ponía los pelos de punta.

– Bien Thomas, cuando tú y tus podridos Peaky blinders me ofrecerán la seguridad que necesitamos en el derby, esos sucios gitanos Lee vienen a robar mi dinero.

– No son sucios por ser gitanos, Billy – Interrumpió Arabia acomodándose el sombrero.

– Pero siguen siendo sucios.

– Yo soy una gitana, y una bruja.

– No me hagas esto – Se excuso evidentemente incómodo de que yo estuviera allí para aclararle que no se refería aquello.

– El señor Shelby también es gitano, sin embargo haces negocios con él – Apagó su cigarro en el cenicero – con permiso – Me levanté como un resorte seguido de Kimber.

– Ahí va, ni los abrigos, ni todas las joyas costosas, pueden retenerla – Se sentó nuevamente encendiéndose un cigarrillo – le pedí matrimonio hace unos días, esperando que algo sucediera, solo dijo que sí.

– Felicidades – Dije fingiendo mi mejor sonrisa ¿que mierda era lo que ella planeaba? – ¿Cuándo será la boda?

– No puedo casarme con ella Thomas, estoy casado – Respondió como si fuera algo evidente, ahora entendía mucho menos – pensé que con eso conseguiría cogerla, ya sabes, pero nada – se encogió de hombros – dímelo Tommy; ¿cuándo tus peaky blinders custodiarán mi derby? – Tenía el plan perfecto.

John se quedó de piedra cuando le dije que la mujer que embrujaba nuestros caballos era la que había saludado junto a Kimber, palideció cuando le pedí que él y Arthur la llevaran al astillero, haría que Kimber creyera que había secuestrado a Arabia, atacaría antes y tendríamos la ventaja, me desharía de Kimber, me quedaría con las carreras y ella y yo podríamos estar juntos.

Cupido me ha flechado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora