Lee Félix y Seo Changbin fueron amigos desde cachorros, ¿qué pasó con esa linda amistad?
Changbin se presentó como Alfa y cayó en el triste estereotipo de ellos, todo empeoró un poco cuando Lee se presentó como un Omega. Este prefirió terminar su a...
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Pequeños besos por distintas partes de su acanelada piel despertaron al Omega quien arrugó la nariz porque interrumpieron su sueño, pero ese gesto fue intercambiado por una sonrisa al ver al azabache riendo.
-- Pareces un conejito –- dijo con voz melosa.
Acunó las mejillas de su mayor y las acarició con sus pulgares antes de dejar un beso en su nariz.
-– Me lo has dicho desde que tengo memoria, Lixie –- le recordó rodeándolo por la cintura.
Acercó al menor todo lo que pudo, sus pechos juntos y las piernas enredadas. Se miraban con sutiles sonrisas, el azabache unió ambas frentes y acariciaba ambas narices.
Es su penúltimo día solos sin que nadie de sus familias sepan que los dos mejores amigos desde la infancia terminaron juntos como supusieron.
Golpearon la puerta principal destruyendo el tierno momento juntos. De mala gana el Alfa fue atender a la puerta maldiciendo al desconocido. Abrió la puerta de golpe al escuchar gruñidos.
Ahí estaba su mejor amigo que seguramente viene por las llaves de su auto pero el rubio no tenía nada que hacer afuera de dónde vive y no viene solo un chico que nunca antes había visto lo acompañaba.
-- ¿Qué están pensando al gruñirse en la entrada de mi hogar? –- bramó molesto, en realidad porque lo interrumpieron -–. Tus llaves están en la barra –- Señaló al más alto -- ¿Y tú qué haces aquí?
Apenas Seungmin abrió la boca, escucharon la grave voz perteneciente a Félix interrumpirlo.
-- ¿Por qué hablan tan alto? Un poco más y empiezan a gritar –- se quejó el castaño.
Lee camino hacía la puerta como si nada, pero el resto no solo vieron que iba en ropa interior si no las marcas de chupones y mordidas en sus muslos.
-- Eres una bestia -– le gruñó Seungmin, de no ser por el Omega peliazul ya se hubiera lanzado a Changbin --. Dios, cachorro deberías ir a ponerte un pantalón -- chasqueo los dedos en dirección de Minho --. Deja de verlo.
-- Mierda, Bin, eres un maldito posesivo -– exclamó el pálido riendo.
A Seo parecía no importarle los comentarios de los otros tan solo pensaba en lo bien que luce su Omega con todas esas marcas adornando su tersa piel.
-- ¿Quién eres? -- preguntó amable al peliazul que se mantenía al margen de la situación.
-- No es de tu incumbencia -– evadió el más bajo.
-- Vaya que tiene carácter -– se mofó levantando las cejas –-. Ahora entiendo porque está contigo.
-- Eso sigue sin ser de tu incumbencia, entrometido –- gruñó de vuelta, desinteresado.
Mientras Minho observaba la forma tan fría en la que se manejaba el moreno, se alegraba que el dulce Omega no se parezca en nada a su primo.
-- ¿Qué quieres? -– apresuró el azabache deseando volver a estar con el menor.
