Una noche más como todas las otras

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Mueves tu cuerpo al compás de la música

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Mueves tu cuerpo al compás de la música. Tus piernas parecen flotar en el aire y resplandeces; eres etérea y eterna. La gente vitorea, tú sonríes con superioridad mientras tus manos ahora acarician la esbelta figura que posees. Tus brazos, apenas musculosos, hacen una pequeña curvatura cuando efectúas un giro completo sobre tu eje. Ejecutas un leve Split, antes de pararte en puntas de pie, con la gracia y delicadeza que te caracteriza.

En medio de todo este despliegue, recuerdas que deseabas ser bailarina clásica o patinadora sobre hielo en algún momento.

Bueno, al menos bailo, te consuelas mentalmente.

Recostada en el suelo, levantas las piernas y la falda que llevas, cae por acción de gravedad. Las abres y luego te incorporas, saltas y haces una vuelta completa en el aire. A tu rutina, le agregas un listón carmín como cuando de niña hacías gimnasia artística. Das unas cuantas vueltas sobre tu eje a una velocidad alta, antes de romper el patrón para treparte a ese metálico caño que te espera silencioso y estoico. Son movimientos que dejan poco a la imaginación gracias a tu sensualidad.

Desabotonas los primeros broches de tu blusa, hoy has escogido un atuendo más bien recatado. Aún estás suspendida en el aire, el dinamismo que le otorgas a cada una de tus presentaciones, logra que olviden que aún te encuentras bastante vestida. Suspiras debido a que recuerdas que te han visto más que un estúpido escote pronunciado; así que, con un suave giro para formar la figura Iron X, dejas que la impoluta camisa caiga finalmente al piso.

El público enloquece y aplaude como idiota. Los desprecias desde el fondo de tu corazón y, no obstante, las mejillas se colorean un poco y tus ojos se llenan de lágrimas.

Sientes una extraña mezcla de felicidad y tristeza.

Felicidad por seguir existiendo, puesto que continúas bailando después de muchos años y debido a que cumples parte de ese infantil sueño que era vivir de las tablas.

Siempre te repites que te encantaría estar en algún concurso internacional, pero no es posible. Con el mundo tal como está, con suerte puedes ser una bailarina nudista de última categoría. Siempre has sido dura contigo misma y más si se trata en el arte de la danza. Por más que la gente te compare con las mejores del mundo, tu cerebro te recuerda dónde es que trabajas y que no perteneces a ninguna compañía, tal siempre fue tu idea.

Oh, ahora sí entra la tristeza. Nunca imaginaste que la vida te llevaría a este tipo de negocios, mas la real meta es encontrar a aquél desgraciado que sabe su verdadero paradero. De ser necesario, trabajarás día y noche.

Es por ella.

Ella hace que te levantes de la cama todos los días. Debes mantenerte enfocada en tus metas, en lo que deseas y en quién eres realmente. No quieres perder el norte. No deberías, porque estos lugares son propicios a enloquecer y pervertir hasta a la persona más corrupta del mundo.

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