Thompson te está hablando.
No, más bien, grita, gesticula, tiene los ojos inyectados en sangre y toma cantidades descomunales de café durante breves pausas. Su bigote falso, ese que usa para "infundir miedo", te causa una descarada risa interna. Se ve tan ridículo y para tus adentros, admites cuánto detestas a las personas que no aceptan su vejez. Es el mayor a cargo y parece un poquito exaltado ahora mismo. Las pocas horas de sueño combinadas con las cagadas que cierta persona no deja de mandarse, lo volverán loco.
"Si sigue así, le dará un infarto", piensas con una ceja alzada. "Mejor, así el puesto será mío por descarte", rematas con un gesto interno poco convencional.
Ahora, Thompson parece más mosqueado todavía y osa hasta vociferarte un par de cosas. Oh, cierto, se supone que deberías estar con una cara de muertos; pero la verdad es que te causa mucha simpatía el hecho que una sola joven, menor que todos ustedes y quien no llega a los veinte años, ponga a toda la policía de cabeza.
Alguien alcanza una taza más de té, ya son las tres de la mañana. No has dormido un carajo, así que por supuesto que te sientes irritada hasta las cejas por todo este despliegue tan exagerado.
Piensas en que sería tan genial echarle el líquido caliente que estás bebiendo en su patética cara, hasta que prefieres aprovechar el ínfimo momento en que se ha volteado para escribir algo en la pizarra. Efectúas la magia de siempre, apenas si murmuras algo. Una vez realizado el cambio, comes un par de masitas que escondes debajo de la mesa y sigues prestando atención.
Se encuentran en una sala de conferencia que parece más bien un aula escolar del siglo veintiuno. La luz de tubo parpadea intermitente, las paredes beige se muestran más represivas que de costumbre. El pupitre te queda muy ajustado y la estúpida pizarra blanca, te encandila. Las luces de la silenciosa calle te dice bien que todo sigue con su calma aparente.
Thompson escribe frenético todos los datos que deben rastrear hasta el cansancio. Si no son capaces de conseguir más información, se quedarán sin la paga mensual y le llorarán al Jesús Misericordioso que Reina en el Cielo, si es que desean cobrar el mes siguiente.
Nombre: Cassilda Lockheart.
Edad: Entre 17 y 19 años.
Profesión: Puta.
Segunda profesión: Asesina a sueldo.
Lugar de trabajo: Raspoutine.
Familiares: El sacerdote de la Nueva Orden, Rumildo Lockheart y Mara Lockheart, su hermana menor invertida.
Nota 1: Busca incansablemente a su hermana menor, la cual fue vendida a unos comerciantes del desierto a la edad de seis años. Cassilda fue abusada sexualmente por el amigo de su padre desde los ocho hasta casi los doce. Servicios sociales la delataron frente a al progenitor y él la desheredó apenas supo la verdad. A pesar de que hizo lo esperado, la puta se vengó de su perpetrador a los trece. Escapó de la cárcel por sus propios medios, justo antes de ser derivada a un Centro de Reformación. Se sospecha que Jeremy la encontró vagando por las calles, cuando ya estaba trabajando de puta.
Nota 2: Cassilda es una subversiva que se cree intocable por el lugar donde trabaja. A pesar de que a su pobre padre le ha hecho la vida imposible, sigue pagándole el centro psiquiátrico donde está recluido.
Muerdes tu labio inferior con ira.
Detestas que usen esos adjetivos detestables y destapen toda su condenada vida para hacerla pasar por una humillación pública ¿en qué momento los seres humanos perdieron la piedad y se volvieron criaturas tan frías y calculadoras?
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Criatura
General FictionPlaneta Tierra, siglo XXVIII. En una sociedad clonada donde el cumplimiento de la Ley es obligación absoluta, ha surgido un Nuevo Orden cuyas reglas orilló a que sobreviviese el más adaptado. Cassilda Lockheart es huérfana, su vida está llena de ab...