Cuando Alfa y Omega se encontraron con la verdad

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Te vi y me basto un segundo para enamorarme, doy gracias al destino porque pude hallarte aun sin saber que estuve buscándote, un mágico sendero me llevo hasta a ti.

Te vi y me basto un segundo para enamorarme, doy gracias al destino porque pude hallarte aun sin saber que estuve buscándote, un mágico sendero me llevo hasta a ti

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Dos años después  

Cuando alguien es sometido a una experiencia tan traumática como a la que había sido expuesto Taehyung, nunca vuelve a ser el mismo de antes.

Dos años habían transcurrido ya desde aquel estallido de furia por parte de su lobo, cuando tomó control de su cuerpo, se transformo en un enorme animal y salió de su casi mortal encierro, justo antes de que su cuerpo colapsara completamente; si bien pudo salvar su cuerpo de la destrucción, para su mente, sin embargo, no hubo tanta suerte y termino rompiéndose.

El dolor nos transforma, nos convierte en alguien que nunca creímos que podríamos llegar a ser y eso fue lo que le sucedió a él.

La mente de Taehyung fue brutalmente presionada hasta que llego a un punto sin retorno en el que se rompió en miles de fragmentos y pegarlos todos para reconstruir su cordura no fue tarea fácil.

Dos años habían pasado ya desde aquel episodio y aun tenía noches en las que despertaba envuelto en sudor, jadeante, con la respiración y el pulso agitados y sintiéndose un completo extraño en su propia piel, todo se debía por supuesto a las vívidas pesadillas que lo rondaban en sueños, condenándole a revivir los peores momentos de su encierro cada noche durante muchos meses y aunque el tiempo había cumplido con su labor de sanar sus heridas físicas, aun conservaba en el interior de su mente, en lo mas profundo de su subconsciente las huellas de todo ese dolor; aunado a eso también había comenzando a tener sueños extraños, soñaba con un lobo blanco que lo llamaba de una forma casi desesperada y al cual sabía, ignoraba el motivo, pero sabía con total certeza que su deber era encontrarlo y se despertaba siempre angustiado y con una sensación de vacío en su interior.

Taehyung simplemente no podía entender el por qué de aquella abrumadora emoción que le hacia sentir que algo le faltaba en su vida para estar completo,  era como si aquel lobo blanco que veía en sus sueños lo estuviera esperando quien sabe donde y él tenía la imperiosa necesidad de encontrarlo y protegerlo.

Constantemente Taehyung sentía que le habían arrancado una parte de si mismo durante aquella larga temporada de tortura, como si todos esos meses de encierro hubiesen servido para darse cuenta de que su lobo buscaba algo que su parte racional ignoraba pero que tenía la apremiante necesidad de encontrar.

Taehyung tuvo que esforzarse mucho para poder recuperarse, a parte de la terapia física a la que tuvo que someterse para rehabilitar completamente la movilidad de su cuerpo después de permanecer amarrado a aquella cama por un periodo de tiempo tan prolongado, también tuvo que lidiar con los fantasmas que se creaban en su imaginación y que lo acosaban constantemente, entre ellos estaban la paranoia y el delirio de estar siendo perseguido; la claustrofobia de la que había sufrido desde cachorro creció exponencialmente hasta el punto desconcertante, en el que el solo hecho de estar conduciendo su auto con los vidrios arriba le producía una total sensación de ansiedad, haciéndosele imposible emprender el viaje aun a pesar de que el frío e inclemente clima de Seúl se le colaba en los huesos, y si acaso quería conciliar el sueño debía dormir con las ventanas y la puerta de su habitación abiertas de par en par junto con la luz encendida, todo producto de haber pasado tantas noches con la luz de un reflector pegada a su rostro.

Sangre de Lobos (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora