Capítulo siete.

597 65 2
                                    

     El rizado despertó en medio de la noche. Su pecho subía y bajaba con rapidez, desesperado en busca de aire, con su cuerpo tenso debajo las sábanas. Sentía su cabeza explotar, y su corazón bombeando sangre con celeridad no hacía nada más que incrementar su susto.

     No supo cuando había bajado a la cocina.

     El cuchillo temblaba en su mano por el fuerte agarre, firme, pero él dudaba.

     ¿Caería otra vez? ¿Así sin más?

     Un sollozo salió de su boca, con un nudo en la garganta por el cual sentía no poder pasar saliva.

     Había tenido esa misma pesadilla. Después de meses, días de suerte en los que no la soñó, había vuelto, y no podía estar más triste por su regreso.

     Gritó.

     Un grito desgarrador que salió del fondo de su garganta en una forma desesperada por ayuda.

     Esta vez alguien lo había escuchado.

     Alguien quien al no verlo en la cama, a su lado mientras dormían abrazados juntos, se alarmó.

     — ¡Hazza!— escuchó de la segunda planta de aquella casa. Su casa.

     Louis bajó las escaleras con rapidez, casi cayendo al tropezarse con los escalones pero sin bajar el ritmo de su paso. Su corazón latía fuertemente, con miedo.

     — ¡Harry, responde!— ordenó, en el borde la desesperación y el llanto. Él después de unos segundos, gritó de vuelta.

     — ¡Lou!

     Una vez sus miradas se encontraron, se paralizaron. Hubieran seguido el contacto visual, pero los ojos cielo cayeron en el afilado cubierto en la mano tiritante de Harry. Pasó saliva con fuerza, comenzando a correr para estar a su lado.

     — ¡No te atrevas a tocar el puto cuchillo otra vez! ¡En serio! ¡Ni siquiera pienses en herirte, Harry!— exclamó con dolor, tirando de un manotazo el objeto al suelo para tirarse a los brazos del menor. Él no hablaba. — ¡Estoy aquí! ¡¿Lo entiendes?! Estoy aquí siempre, Harry... Siempre voy a estarlo.— su voz quebrada rompió su corazón, cayendo junto con el rizado al llanto.

     Ambos se tiraron al suelo al no poder mantenerse de pie.

     De rodillas, Louis seguía abrazando al ojiverde por su cuello, negándose a dejarlo. Él solo sollozaba bajo, tiritando asustado.

     — Grita. Grita si quieres, grita si te hace sentir mejor. Grita si necesitas ayuda, grita si no estás bien. Grita porque yo voy a escucharte y correr hacia ti. Siempre lo haré. Siempre que llores, siempre que tus hermosos ojos estén tristes. O cuando no te guste tu cuerpo, o tu forma de ser. Yo estaré allí para envolverte en mis brazos y esconderte en mi pecho, porque sé que te gusta estar ahí. Te gusta porque lo consideras tu escondite, un lugar seguro. Y eso es precioso, Harry. Puedo besar tus cicatrices, puedo sanar tu dolor si así lo quieres.— susurraba despacio, sin pensar en sus palabras, simplemente hablando del corazón. El rizado se aferró más a él. — Yo haría todo por verte sonreír, Hazza.

     Se separaron, mirándose fijamente. Azul y verde conectados sin querer soltarse.

     Una caricia en su mejilla hizo que inclinara su cabeza, en busca de más. Louis rió bajito.
     Se acercaron hasta que sus respiraciones chocaban, con sus labios rozando levemente. Sus mejillas fueron bañadas en un color rosado.

     Se besaron.

     No había movimiento, solo sus bocas juntas y ojos cerrados mientras disfrutaban de la sensación.
     Entrelazaron sus manos, queriendo sentir al otro. El ojiazul inclinó su cabeza un poco, y Harry lo imitó en la dirección contraria. Ambos sonrieron al haberlo hecho al mismo tiempo.

     — Te amo.— dos palabras que lo volvieron loco. Dos palabras que hicieron que sus ojos jade se llenaran de lágrimas hasta que su vista fue borrosa.

     — Yo también, Lou. Yo también te amo.

     Aún con su mano en su cintura, Louis los levantó a ambos, llevándolos a la pieza mientras acariciaba a Harry con su pulgar. Él sentía su piel arder ante el contacto, pero se sentía espectacular.

     Por una vez en su vida, el ojiverde se sintió realmente feliz.

hear me please ; l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora