"Vigílalos."
¿Supervisar sus acciones o velar por su bienestar?¿Cuál era exactamente el objetivo de todo aquello?¿Acaso Muzan realmente creía que alguno de esos tristes e insignificantes humanos podían revelarse a su poder?¿O sinceramente quería resguardarlos de algún mal que al resto se le estaba escapando?
Akaza realmente deseaba encontrarle alguna explicación que escapara de los fantasmas que acechaban su mente desde semanas atrás. De vez en cuando, el parloteo incesante de aquella niña humana le llegaba claro a través de la ventana; vivaz e inocente, tanto la mocosa como aquella mujer vivían en la más fabulosa de las ignorancias, o eso era lo que Akaza quería creer mientras, nuevamente, se aseguraba que aquel par estuviese bien, que la casa, el vecindario y la maldita ciudad entera se encontraran en orden.
¿Y si realmente aquellas humanas no estaban inmersas en la ignorancia y por dentro estaban sufriendo un calvario desconocido para el resto? Akaza intentaba, realmente procuraba sentir algún tipo de empatía, más no lo conseguía, porque la verdadera pregunta que se repetía una y otra vez en su cerebro era ¿por qué ellas?¿Qué habían tenido aquellas dos criaturas en apariencia normales para que Muzan las eligiese específicamente para camuflarse entre los humanos?¿Habría sido una elección al azar porque el marido de aquella mujer había muertos años antes y ambas se encontraban indefensas y fuera de la mira, o en verdad todo había sido planificado meticulosamente y había algo que a Akaza se le estaba escapando?
Y la pregunta no sólo se repetía con ellas, sino también con el sujeto humano, con la anciana, aquella sirvienta. ¿También habían sido elegidos por algo en especial, alguna condición ínfima pero invaluable que su señor había alcanzado a detectar?
No lo sabía y por muchas vueltas que le diese al asunto, le era imposible encontrar otra respuesta más que el hecho de que le estaba dando demasiada importancia porque, en efecto, se sentía celoso. Ya había dejado atrás la tontería de intentar negárselo a sí mismo, sobre todo porque había sido el mismo Muzan quien se lo había confirmado y su palabra era irrevocable. Sentir celos de simples y débiles humanos...había que ver qué tan bajo había caído...
¿Por qué aquella niña no dejaba de hablar, si estaba sola?¿Además de tonta estaba loca? Frunció el ceño molesto por la interrupción de sus pensamientos y porque además le generaba curiosidad. Sabía que no debía tener contacto con ninguno de aquellos humanos elegidos, sólo vigilarlos desde lejos. Esa había sido la premisa. Sin embargo, no tenía nada de malo si se aproximaba un poco más a la ventana desde donde provenía el sonido sólo para ver qué era lo que estaba haciendo...
Sólo faltaba que la niña lo viese, así podía cagarla un poco más.
La punzada de remordimiento atravesó su pecho, deteniéndolo en su camino. Cerró los ojos y respiró profundo, maldiciéndose por no ser lo suficientemente hábil para enterrar aquel sentimiento bochornoso y maligno. Hacía poco más de un mes Akaza había logrado enfrentarse con el pilar de la llama, Kyojuro Rengoku. El maldito no sólo había poder, sino un espíritu enorme...pero no lo suficientemente grande como el de Akaza, y el resultado de la pelea había sido obvio incluso con todo lo que le había costado acabar con aquel sujeto. Conforme con sus resultados, jamás había esperado que su señor se incordiase de aquella manera al no haber podido acabar también con sus acompañantes, sobre todo con aquel mocoso estúpido e insolente. Con dolor, Akaza comprobó que era, probablemente, la vez que más había decepcionado a Muzan. Había sido un inoperante, por primera vez había dejado un trabajo inconcluso y era algo que no podía dejar pasar a la ligera.
Y creía que por aquello, por el desengaño que su señor había sufrido por su parte, lo había rebajado a aquellas tareas mundanas y sin una pizca de emoción. Lo había apartado dolorosamente de sus planes y Akaza se vio increíblemente afectado por la ausencia repentina de su señor en su vida; Muzan ya no lo había invocado y tampoco había tenido éxito solicitando una audiencia. Del otro lado se había levantado un muro que para las demás lunas era habitual pero para él era algo nuevo, insoportable.
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Corona de Espinas
RomanceAkaza desconocía ser capaz de experimentar sentimientos tan humanos como aquellos, tan impropios para los suyos. Muzan lo sabía mucho mejor que él, orillándolo a sus propios límites. Akaza x Muzan...o Muzan x Akaza, ya lo verán (?) R+18