Gula

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Advertencia: este capítulo presenta contenido sexual explícito, maltrato. Si no te gusta o eres sensible, has de cuenta que el fanfic terminó en el capítulo anterior. Muchas gracias por leer!

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Pese a que Akaza estaba literalmente mareado, confundido y aliviado a partes iguales por todos los acontecimientos que había vivido en escasos minutos no podía relajar un sólo músculo de su cuerpo; aunque su cerebro enviaba a gritos la orden a su brazo para descendiera, a sus dedos para que dejaran de cerrarse herméticamente sobre la delgada garganta, ninguno de ellos se movía en lo absoluto. Toda su extremidad superior estaba tensa, sus músculos contraídos y rebeldes a sus propias órdenes.

Y comenzó a temblar, porque parecía no tener control de sus propios actos. ¿En qué momento había logrado capturar el cuello de Muzan?¿Cómo era posible que lo estuviese haciendo, que su señor lo hubiese permitido? Ni siquiera tenía un recuerdo vago de haber querido siquiera rebelarse, mucho menos atacarlo. ¿Cómo es que...?

— Estoy harto de tus rodeos mentales, Akaza.— la voz suave no perdió su cadencia y tampoco parecía fastidiado.— Así que voy a aclararte por qué tu mano está allí, donde no debería.

Akaza abandonó todo intento de vencer a su propio brazo, intentando relajar un poco su cuerpo. Se avergonzó al oír el tono cansino con el que su señor había soltado aquello; por momentos olvidaba por completo que Muzan era capaz de hurgar en la mente de todos aquellos demonios que hubiesen consumido su sangre, sobre todo con los más cercanos. Se sofocó al comprender, finalmente, que Muzan había sido capaz de conocer hasta el pensamiento más oscuro que había surcado su mente en ese último tiempo y realmente deseó desaparecer.

— La parte más profunda de tu mente, aquella que intentas suprimir, lo desea.— la mano de dedos delgados se posó sobre su brazo y apenas presionó sobre sus músculos, pero Akaza sintió una presión inmensa capaz de partirle los huesos en dos.— Deseas hacerme saber que no siempre estoy en lo correcto, anhelas callarme.

— ¡Jamás! Muzan-sama, sé perfectamente que tu palabra es incuestionable, nunca podría...

Primero sintió el chasquido, luego el dolor. Posteriormente vio la sangre surgiendo de su antebrazo; Muzan apenas había presionado un poco más, pero había sido suficiente para aplastar sus músculos y fracturar el hueso como si se tratase de un palillo. Por supuesto, el daño no había sido severo y su cuerpo se regeneró rápidamente en segundos. Sin embargo, fue suficiente para que inspirara profundo y presionara sus labios en una fina línea, dispuesto a no volver a abrirlos.

— Tus pensamientos son tan inviables que resultan irrisorios. Completamente imperdonables pero sobre todo inesperados viniendo de ti, Akaza. Nunca imaginé que podrías ambicionar de tal manera contradecirme. Puedes hablar.

— Muzan-sama, con todo el respeto que te mereces...estás equivocado.

¿Yo, equivocado?

— Así es.— de no sabía dónde Akaza había ganado una confianza suicida. Envalentonado, prosiguió.— Nunca podría llegar a pensar en contradecirte. Jamás.

— Akaza. Acabas de contradecirme. ¿Qué explicación puedes darme?

Nuevamente, Akaza no sintió fastidio o decepción, ni en su mente ni en el aura de Muzan; si bien su semblante era serio, su expresión era sosegada, tranquila. En ese momento, Akaza supo que no estaba enfadado porque estaba jugando con él, estaba divirtiéndose a costa de su desesperación.

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