Capítulo 8

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Ya pasó un mes desde la muerte de Giovanni. Y aunque parece que me invade frialdad, aun me duele de verdad.

Estaba de camino al trabajo en el transporte público cuando vi por mi ventana aquel local que seguramente era en el que repararia mi celular, asique grité fuerte en la parada

- próxima, próxima -

Y empujando aquella aglomeracion de personas contagiando millones de microbios en aquel lugar, logré bajar.

Oh Dios. Otra vez. Pensé al meter el pie en un charco.

Fui corriendo hacia el lugar aunque mis pies pisaban los resultados del día anterior (lluvia).

- buen dia - dije entrando

- ¿que desea? -

- que me corresponda mi saludo primeramente - exclame enojada a la chica de la caja.

- bueno, buen día, le sirve? -

- algo así - y comencé a mirar a ambos lados del lugar

- esto es perfecto - dije al percatarme de que era antes, era una casa con detalles en bronce en el techo.

- ¿perfecto? - contestó extrañada

- si, lo es - bajando la cabeza de mirar el techo

- ¿buscas algo en particular? -

- si, de hecho si - admití con la cabeza - tengo aqui... - mientras revisaba mi bolso una puerta se abrió y una voz invadió la habitación

- ¿Señora Beatrice? -

- si, yo misma - levante la cabeza a ver quien era. Al percatarme de que era aquel hombre extraño del otro día, me di cuenta de que si, estaba en el lugar correcto.

- ¿la conoce Licenciado? - dijo la mujer en la caja

- si, claro la Señora Beatrice es muy importante -

- Oooh si, si - dije improvisando sin entender nada en realidad

- ¿la invito a pasar a mi oficina? - preguntó mientras abría la puerta

- Oooh Claro - acentí con la cabeza

Me daba igual que fuera un desconocido, necesitaba averiguar que le interesaba de mi.

Al pasar me sentí en un lugar cálido, era el aire acondicionado, si miraba para el lado izquierdo había una gran ventana con cuadros al rededor, y si miraba a la derecha estaba todo completamente blanco, como si hubiera una linea invisible pero significativa en aquella habitación.

- interesante, ¿no? - preguntó mientras cerraba la puerta y notaba mi mirada por aquel lugar

- verdaderamente - suspire volviendo la mirada a ese hombre - este edificio tiene como mínimo 50 años - agregue

- de existencia si, pero lo compre en los inicios de mi empresa - me giro un asiento y hizo una seña para sentarme en frente a una escritorio - básicamente hablamos de unos 10 años - agregó

- Increíble - soné asombrada mientras me sentaba

- Algo así... - sonrió falsamente mientras se sentaba en su silla

Mientras tanto iba quitando mi barbijo para hablar mejor. (El querido Covid - 19 está mucho mas aumentado)

- señora - acercó las ruedas de su silla hacia en escritorio tomando una enorme cantidad de hojas - ¿Beatrice? -

- si, ¿vine a reparar mi celular o a sentarme en la oficina de un desconocido? -

- bueno, ¿señora o señorita? -

- Señora - aclaré haciendo referencia clara, hoy y toda la vida, que mi corazón le pertenecía a una sola persona.

- lo siento no ví ningún indicio de una mujer casada o comprometida - aclaró

Y sin intención de mostrar nada metí la mano en mi blusa para sostener el recuerdo que Giovanni dejó en mi, mi hermoso colgante.

- Ooh entiendo - dijo al notar mi cara tocando ese colgante que siempre llevaba

- gracias - me limite a decir - notaba que usted el día en que encontró mi bolso, con mi celular en el Café y fue a buscarme, no dejaba de observar mi cuello, donde misteriosamente está, mi tarjeta de indetificacion del hospital en el que trabajo -  se lo enseñé para que lo reconociera

- si, eso precisamente, esa tarjeta llamó mi atención en demasía. Es como si el destino nos hubiera obligado a conocernos, como si esto verdaderamente tenía que ocurrir. Yo si o si, necesitaba conocerte, señora Beatrice. Ademas - hizo un gesto irremediable con su cabeza - ese colgante que llevas puesto me recuerda mucho al de mi esposa, de hecho juraría que es el mismo, pero estoy seguro de que si me acercó no es el mismo -

- Oooh - reí asumiendo que estaba loco - y este colgante es único en realidad. - aclaré con toda la confianza, ya que era el que Giovanni me había regalado con esa descripción, sin igual en todo el mundo.

- bueno - suspiro revisando aquellas hojas - vamos a lo importante -

- ¿importante? - dije yo sin entender

- si, tu no estas aquí por una reparación, no me llamaste la atención por tu celular roto, ni por tu belleza, ni nada por estilo. Espero, que no me tomes por un loco, porque no es así. - aclaró firme

- lo imaginé - gire los ojos hacia un costado

- necesito un servicio importante - dijo tajante

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