La ciudad era una pila de escombros entre los que el viento era un lamento inaudible para los oídos insensibles de los miserables sobrevivientes de una guerra inmisericorde que los azotaba desde hace un año. Un conflicto entre seres con poderes extraordinarios
capaces de destruir ciudades como si fueran una galleta entre las manos de un niño. No quedaba nada entre la basura y trozos de concreto. La ciudad fue saqueada de todas las formas posibles, por los que sobrevivieron, hasta ser despejada de cualquier implementó que ayudara a postergar la muerte de un perro.Un perro eso era lo que se paseaba en los senderos serpenteantes entre los escombros. Un animal con el pellejo pegado a los huesos que husmeaba el aire de tanto en tanto, con la misma avidez famélica con que, a prudente distancia, una muchachita lo vigilaba a través de la mira de su rifle. Tenia unos trece años, su piel blanquecina contrastaba con el negro abrigo que llevaba. Su cabello rubio estaba sucio y sus ojos, color avellana, estaban fijos sobre su objetivo. Las municiones eran escasas, así que no podía darse el lujo de desperdiciarlas. Esperó pacientemente el momento en que ese animal estuviera a buen tiro y disparo. El cuerpo del perro fue atravesado por la poderosa bala y fue a caer un metro más allá quedando de costado sobre un charco de sangre, con la lengua estirada fuera de su hocico y los ojos fijos en un punto invisible. El quejido fue breve y suave, el viento lo borró de un soplido.
La niña salió corriendo de su escondite para tomar su presa y huir con ella antes que alguien llegará atraído por el sonido del disparo. Con el perro colgando de sus manos la niña se escabulló hacia las ruinas de un edificio que tenía un jardín interior. Allí, entre la maleza, tenía su refugio y ahí cocinó al perro. Lo desoyó con gran habilidad, lo trozo y lo echó a hervir en una fuente con agua. Después de que estuvo cocido lo puso a las brasas sazonandolo con pólvora. Alguna vez tuvo un perro de mascota y lo consideraba su mejor amigo, en ese momento ese perro era un insípido alimento que llenaba sus entrañas. No había cabida para las ideas veganas implantadas por sus padres. No había cabida para recuerdos infantiles. El perro estaba hecho de carne y la carne era útil para sobrevivir. La niña había comido gatos, ratas, insectos y hasta carne humana para no morir. Un perro no hacia mella en su conciencia. Comió rápido para prevenir cualquier cosa y cuando guardaba lo poco que quedo del animal (pues este estaba en los huesos), un hombre apareció en la entrada.
Era un tipo de peinado extraño,
vestido de negro y extrañamente limpio. La vió de inmediato, por lo que la niña saltó como una gata hacia su fusil y con el en las manos le apunto.–¡No se acerque!– le advirtió la niña y el hombre se detuvo.
El sujeto tenía unos ojos negros y helados con los que la miraba de una forma muy amenazante. Pese a la advertencia el hombre continuó su camino directo hacia ella, por lo que la niña disparó. No dio en el blanco para sorpresa de la chica que no tuvo oportunidad de efectuar otro tiro. Aquel hombre se movió como un felino y la abordó por un costado. La derribó de un puñetazo y le quitó el arma. La niña se quedo paralizada, hasta que reaccionó a cubrirse la cabeza con las manos y tenderse de bruces.
– ¿Qué carne es esa?– le preguntó.
La niña lo miró con desconcierto, después con una voz débil le dijo:
– De perro, señor.
A aquel hombre se le dibujo una media sonrisa oscura antes de inclinarse y tomar a la niña, por la ropa, para sacarla a rastras de allí. Se puso el fusible al hombro y salió volando haciendo que la niña gritara de terror.
Lejos de allí una mujer corría desesperadamente por entre los árboles de lo que alguna vez fue un parque. Tras ella iban cuatro hombres que la perseguían como a un animal. Cuando la muchacha cayó uno de ellos se lanzo sobre ella para después hundirle el puño en la cara. En seguida llegaron los otros tres que entre risas y obscenos comentarios comenzaron a despedasarle la ropa hasta que uno le sujeto los brazos y los otros una pierna cada uno, para que el cuarto procediera. No se bajo los pantalones, solo bajó la cremallera para sacar su pene gordo y oscuro con gruesas venas que parecían estar a punto de estallar. Se montó sobre los pechos de la mujer y le metió aquel sucio y mal oliente miembro en la boca sin ningún cuidado ni por él mismo.
Un grito desgarrador dio unos minutos después, cuando esa mujer se las arreglo para cerrar su mandíbula sobre ese pene y medio cortarlo. La sangre alivio ese putrefacto sabor y amortiguó cada sentido para tolerar la represalia, sin embargo, esta nunca llegó. La mujer vio cuatro pequeñas esferas de luz y luego los cuerpos de esos hombres
caer a su costado. Un segundo después había un sujeto de piel verde y cabello plateado delante de ella.El sujeto la miraba con asco,
luego la tomó por un brazo y un vestido la cubrió. Un parpadeo después estaban en algún bosque y aquel individuo la arrojo aun agujero de unos tres metros. Allí había una niña con un rifle que la miro con miedo. La mujer aún tenía sangre en la boca.Sobre ellas estaban el hombre de negro y el de piel verde,
viéndolas con repudio.– Es hora de comenzar– dijo el de cabello plateado. El otro solo reía regocijado en oscuras ideas.
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La poesía de los últimos dias.
FanfictionEn el hastío del año que se tomaron para ejecutar su plan, Black y Zamasu desarrollan un juego que al acabar plantea una implícita pregunta en uno de ellos. Un pequeño viaje otorgara la respuesta, pero ¿Cambiara algo?