Capítulo 1

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Aquelarre de las brujas


−Es una idea terrible.

Escarlata daba vueltas por la habitación sin prestar atención a su hermana. Se afanaba en limpiar y colocar todos los ingredientes que necesitaba para la poción de su conjuro.

−Probablemente es la peor idea que has tenido en mucho tiempo.

La bruja siguió haciendo sus preparativos sin dignarse a mirarla. Había puesto el libro de hechizos en algún lugar, estaba segura de haberlo sacado esa misma mañana de la biblioteca del aquelarre.

−Y además es totalmente innecesario. Madrid esta solo a una hora de camino.

Escarlata bufó molesta, lanzó su larga melena pelirroja por encima del hombro y miró a su hermana.

−Podrías dejar de poner tantas pegas y ayudarme, ¿por favor?

−¿A preparar un hechizo de traslación? Creo que no. Es magia avanzada, y ni tú ni yo tenemos plenos poderes aun.

Escarlata puso los ojos en blanco antes de seguir buscando el libro.

−Ya, como si eso te importase normalmente. Dime, ¿cuántas veces has usado magia avanzada sin tener permiso ni supervisión?

−Es diferente. Eran hechizos y conjuros simples, no una traslación. Podríamos acabar en el espacio si saliera mal. O cambiar de mundo y terminar en la Atlántida.

−Di la verdad –Escarlata se giró hacia su hermana con las manos en las caderas –, lo que pasa en que mis amigos no te caen bien y no quieres venir.

La otra bruja se recostó cómodamente en el sillón que había ocupado al entrar en esa habitación, hacía ya media hora.

−Eso también.

Escarlata decidió apelar a la curiosidad de su hermana favorita. Fue hacia el sillón y se arrodilló como si implorase a un rey misericordia. También puso ojitos de cachorro, lo que siempre ablandaba a su hermana.

−Vamos, por favor –cruzó las manos como si rezase −. Es un hechizo avanzado demasiado genial para dejarlo pasar. Tienes tantas ganas de hacerlo como yo. Por favor, ¿sí?

Escarlata sonrió tiernamente, y aunque su hermana se mantuvo inflexible unos momentos más las dos sabían que había ganado. Con un suspiro sacó el libro de hechizos de su espalda, donde había estado escondido desde que ocupase el sillón, y se lo pasó a la pelirroja. Escarlata lo agarró rápidamente y correteó hasta su mesa de trabajo, donde el caldero ya humeaba.

Riendo maléficamente, como si estuviera a punto de hacer alguna crueldad, abrió el libro y buscó la página del encantamiento. Añadió un par de cosas más a la poción y entonces juntó las manos con decisión.

El corazón de la bruja (versión 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora