Los ojos de Daniel se incendiaron. Adquirieron una luz nueva, desconocida, para ambas. Se observaron complacidas ante la oportunidad que se abría.
—¿Qué quieres de mí, Nela?— le preguntó sugestivamente, mientras acariciaba sus cabellos rebeldes
—Je veux attaquer les frontières de ton décorum avec véhémence*— respondió con dulzura y sumisión. (* Deseo atacar las fronteras de tu decoro con vehemencia)
Lina estaba por realizar la traducción de la frase, pero Daniel llevó su largo dedo índice a los labios de la dominante, para callarla suavemente. Lina guardó silencio sorprendida, pero nada dijo.
— Tu le feras. Mais sous mes règles. Je connais le corps féminin. Je connais ses plaisirs*. — Informó, acariciando la mejilla Nela, que reposaba sumisa sobre la rodilla del joven, bajó su mano para acariciar el cuello, que se ofrecía sin más contemplación que el deseo quebrando sus propios límites. (*Tu lo harás. Pero bajo mis reglas. Conozco el cuerpo femenino. Conozco sus placeres)
Nela suspiró y cerró los ojos en señal de placer.
Daniel le ordenó que se acercara al diván que descansaba cerca de los tres. Lina se sentó a observarlos en el mismo sofá que antes, contuvo a Daniel. Abrió ligeramente sus largas piernas que dibujan curvas interminables en sus rodillas, pantorrillas y finalmente sus pies, ésas curvas, que tanto seducían a sus amantes fetichistas, que imploraban por ella. Tomó el vaso de whisky de Daniel, y comenzó a observar con ojos de un gato anónimo, el show que anticipaba la inusual tensión del aire. Tomó el cubo de hielo y sin dudar, comenzó a descenderlo desde su cuello, senos, vientre, hasta esconderlo dentro de su lingerie, frotando bien suave sobre el nervio principal de los deseos prohibidos. Lina arqueó su espalda y un suspiro suave escapó de sus labios rojos... Sin dejar de mirarlos, continuó moviendo la mano que se escondía entre sus piernas ,acompañada del whisky, que en su intensidad aumentaba los deseos de la dominante.
Nela estaba de frente a Daniel. La mirada implacable del cazador, parecía estimular a la sumisa joven que esperaba callada, los deseos impalpables a su videncia.
Sujetó la mano de la joven y con un gesto le señaló que lo desvistiera.
Nela dudó en apresurar los movimientos, la severidad en la mirada de su nuevo amante la hizo titubear. Suavemente, comenzó a desprender los botones de la camisa, mientras sentía los dedos de Daniel, rozando en diseños arabescos su columna. Las caricias suaves hacían estremecer a la joven. Pudo ver a Lina desde el sofá, mirarla por detrás del vaso y moviendo su mano escondida, mientras arqueaba en una danza leve la espalda. Veía cómo su amiga disfrutaba solitaria y eso encendió un fuego en su interior.
Continuó desprendiendo botones hasta el final, para descubrir el torso trabajado de músculos firmes, sus manos acariciaban como leyendo un mapa nuevo, un descubrimiento esperado. El aroma almizcle de su perfume, alertaron sus hormonas. Sintió un deseo repentino de sentirlo dentro suyo, entonces recordó que las reglas eran de él, y no lo que su carácter precipitado diseñaba.
Daniel la sujetó de los hombros y la obligó a arrodillarse. Nela comenzó a descender, mientras la tensión aumentaba.
Daniel señaló el zipper de su jeans y la sumisa no dudó en seguir el pedido. El aroma de almizcle aumentaba los deseos de Nela, con un movimiento virtuoso fue bajando el pantalón, mientras al azar acariciaba las fuertes piernas del joven. Toda la fortaleza de Daniel se escondía tras un boxer oscuro. Asomó con brios la virilidad de un hombre que no conocía de etiquetas y preferencias, pero sí de un amor frustrado. Despertó la seducción del placer, que no se niega ni se estereotipa.
— Profitez de vos souhaits. Profitez d'être à genoux * — le susurró con la voz severa.
(*Disfruta de tus deseos. Aprovecha que estás de rodillas).
La sumisa abrió los ojos, aumentando el brillo de sus pupilas. Como un niño que observa la vitrina de una dulcería, Nela sintió la gloria de la oportunidad pasear entre sus labios mientras su lengua comenzaba el acto natural de recorrer anticipadamente y con desespero la pieza de la satisfacción.
Con suavidad, Nela, comenzó a desprender las últimas prendas, entre ellas el boxer, que terminaron apilados en algún rincón de la sala, como testigos del acto más impune de la belleza humana.
Daniel embelesado por la sumisión de la mujer, pasó sus manos por los cabellos de Nela para dejarlos estratégicamente acomodados tras sus orejas, mientras recitaba un poema, susurrando las palabras con una voz tan grave, que la joven sentía los latidos de su corazón en sus sienes.
"Soñaba una doncella que dormía
con un galán que amaba tiernamente,
y que en él todo andaba diligente
y descuido ninguno no tenía"
Con un movimiento diestro en la cabeza de Nela, apoyó sus labios femeninos y rojos tan suavemente sobre el ápice de la pieza, que sintió un escalofrío en su columna. La lengua comenzó a recorrer la fortaleza de músculos y vetas que contenían la lujuria de sus fantasías a su alrededor. La sumisa en un frenético acto de desespero, de deseo intenso, sujeto la base de la pieza y adueñándose del objeto de su delirio no temió en saborear todo y cada uno de sus espacios, mientras el hombre acariciaba su cabeza en señal de satisfacción. Algunos gemidos de placer se escuchaban en la sala, aparecidos desde el sofá donde Lina acariciaba frenética su lujuria y se encontraban con los resoplidos y órdenes de Daniel para concretar una sinfonía nueva y desconocida para los tres.
— Chérie...¿ buvez-vous l'ambroisie des dieux juste pour sceller la beauté de cette rencontre?* — le sugirió seductoramente el hombre, sin derecho a réplica a la mujer, que lo observaba con el rostro agitado y la satisfacción de los mortales que entienden que el cuerpo es una fuente inagotable de placeres anónimos. (*Querida...¿ beberías la ambrosía de los dioses sólo para sellar la belleza de este encuentro?)
La mirada de Nela se encendió y sin contestar, se entregó a la misión de sellar un pacto tantas veces anhelado desde el silencio de su habitación, mientras observaba desde su ventana al vecino desconocido. Con más fuerza e ímpetu, comenzó a succionar, lamer, absorber al punto que las piernas del joven comenzaron a temblar, y en un acto de cesarismo sujetó firmemente la cabeza de la joven contra él, para exhalar un gemido sansónico y sujetarse la cabeza para no desfallecer, mientras escuchaba los gemidos más intensos de Lina que acompasan el ritual.
La sumisa se apartó y mientras miraba juguetona al hombre pasaba sus dedos largos en las comisuras de sus labios. Aguardaba silenciosa la respuesta del joven, que luego de recuperar el aliento, la miró complacido. Se arrodilló delante de ella y en un gesto de cofradía la besó intensamente, a la par que sujetaba su cuello, para no perder detalle de sus labios, ni del deleite de la acción.
Lina descansaba con los brazos extendidos y observaba la escena de la pareja, arrodillados uno frente al otro en señal de una amistad inexplicable a los ojos de los prejuicios sociales.
— Quizás sea momento de descansar...— sugirió mirándolos felina y levantó su dedo índice al techo de la sala en una invitación a subir al cuarto.
Extracto del poema "Soñaba una doncella que dormía" de Fray Melchor de la Serna
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En el jardín del vecino la hierba crece mejor I
Short StoryDaniel atraviesa una ruptura amorosa. Juan decidió terminar la relación. Lina y Nela desean consolarlo. ¿Está preparado para enfrentar su sexualidad y prejuicios en pos de superar el desamor?