Nela contoneaba su figura oculta bajo la camisa oscura de Daniel. En un acto de atrevimiento y entrega se la arrebató. El Hombre Toalla nada dijo. Sólo sonrió ante la suspicaz travesura de la mujer.
La noche aún estaba apañada por la oscuridad de los deseos.
La habitación de Nela parecía adquirir una dimensión desconocida con la presencia de Lina y Daniel, semidesnudos sentados sobre el pequeño diván, que custodiaba el espacio al pie de la gran cama.
En esa dimensión no existen recelos, sentencias, ni angustias. Tampoco estereotipos. Solo comparten el deleite de descubrir el cuerpo del otro, llevarlo al éxtasis para liberarlo de las miserias del amor. Un exorcismo sensual e intenso, pero efectivo para recuperar un corazón fracturado por la desidia.
Daniel y Lina charlaban amistosamente. Nela a los pies de ambos, reposaba en sus piernas una bandeja con variados snacks, frutas y algunas latas de gaseosas.
Parecía un ágape de placeres mundanos donde se rendía culto a una deidad muy afecta a los excesos y las emociones intensas.
En un desliz travieso, Daniel acarició el muslo de Lina.
Los ojos de ella se encendieron. Una sonrisa retorcida y malévola asomó.
—¿ Que voulez-vous, monsieur?*
(*Qué desea, señor)
Daniel lanzó su cabeza hacia atrás en una carcajada, donde podía verse el blanco de sus hermosos dientes... se pasó la lengua entre los labios y mirándola fijo, la desafió:
—Prends-moi comme tu veux, mon amour*.
(*Tómame como desees, amor mio)
Lina se levantó y caminó contoneando sus caderas hipnóticamente. Daniel sabía muy bien que para satisfacer a esa mujer, sólo debía cederle el control.
De un baúl, recogió una prenda y una caja pequeña.
Se dirigió al baño.
Nela sonreía sabiendo lo que vendría. Por el espejo del tocador, Daniel se veía reflejado. Sus ojos fijos en la puerta del baño, reflejaban curiosidad.
Cuando la puerta se abrió, sus pupilas se dilataron.
Lina tenía puesto un pequeño traje de látex que apenas cubría sus curvas; de la prenda un dildo asomaba.
La sonrisa de Daniel no tardó en asomar.
Nela observaba la escena curiosa. Esperando una señal.
Lina levanta su mano y marca la cama.
La sumisa se acerca al lecho dando pasitos de alegría. La mirada severa de Lina se inyecta en Daniel.
Contoneándose se acerca al hombre. Levanta el rostro del muchacho y le da un beso simple. De a poco la intensidad va aumentando. Con sus dedos aprieta, de a poco, el mentón del joven. Entonces, lo que Lina deseaba se despertó desde el inframundo.
—¿Cómo carajos hiciste eso?— le dijo sorprendido Daniel, mientras apoyaba su mano entre las piernas, tratando de ocultar lo evidente.
—Arte —le susurra Lina señalando la cama.
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En el jardín del vecino la hierba crece mejor I
Short StoryDaniel atraviesa una ruptura amorosa. Juan decidió terminar la relación. Lina y Nela desean consolarlo. ¿Está preparado para enfrentar su sexualidad y prejuicios en pos de superar el desamor?