Un sistema sin sentido

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-Ring Ring-

Ahora el celular de Koprivova esta sonando y esta necesita salir de la ducha , la cual había trascendido de confortable a desagradable y tensa. Se motiva a secarse sus largos y delicados dedos para tocar su celular, recordando que el último se había dañado por la misma razón de descuido a lo que segundos antes de obtener el trapo para realizar tal hazaña, mira a su derecha y lee en su pantalla algo poco usual:

    LLAMADA
Lilliana Gutiérrez

-Hola Naty, ¿cómo estas?

-¿Bien y tú? - Respondió de manera casi automática.

-Bien gracias, te estaba llamando porque hace mucho que no sé de ti, quedaste volver la semana pasada a seguir ayudandome con la tarea de Lenguas y te has perdido.

-Ah, si claro, l e n g u a s - responde dejando claro el doble sentido - yo voy ahora mismo si gustas, prepararé la lección, como te había dicho, faltaba tocar el tema de la filosofía teorética, y en un instante estaremos en contacto, ¿te parece? -Responde Natasja

-Muchas gracias, no sabes lo que me ayudas, pues chao.

-adios.

Ya la mente pobre de Natasja daba vueltas sin horario mucho menos tenia distición espacio tiempo, era seguro que iba a ser partícipe de una larga gama de líquidos que se entrecruzarían, tanto así que la filosofía y las no se cuántas pendejadas más iban a aprenderse solas en el proceso, quien iba a ser quien iba a no ser, le volvería a enseñar la retórica y la dialéctica por medio de miles de agasajos y arrumacos, dejandola posíblemente con todo y a la vez nada de lo previsto.

Se dispondría a conjugarle verbos y de lenguas pasarían a las más avanzadas técnicas de comunicación, la fonética de ciertas vocales consecutivas invadirían cada pared del ya promíscuo apartamento una vez más. Y se haría la paz.

Recoge sus cosas y se sienta en la pequeña mesita de lectura, con una lámpara ya gastada que reacciona al tacto y que probablemente le daría un nuevo dolor de cabeza, ya que Koprivova padecía miopía y atimatismo. Se coloca sus minúsculos lentes y comienza a organizar papeles de antaños. Teniendo todo organizado, sale de la habitación , cruzando por la cocina oberva a su "madre" con aire cabizbajo lavar las vajillas , por otro lado esta su padre observando como un león se come a un venado en History Channel.

Otra vez su madre debía estar depresiva por los golpes constantes y abusos verbales del viejo. Pero ya Koprivova no pensaba en eso, no era el mismo ángel con planes de ayudar a la humanidad como antes, ahora el único ente que importa es ella y nada más que su persona, de tanto complejo de Nelson Mandela se había quedado sin alma en el pasado. Tantas amigas que ayudó y al final la traicionaron, tantos amores que adoraba, y al final la dejaban sin razón, ocaciones e infiernos disfrazados de corazones hicieron que esta pobre diabla perdiera hasta la última gota de compasión por los demás, claro, exceptuando Alejandra, nada es lo mismo cuando una persona muere.

Unas horas más tardes...

Llega al edificio Carmen III. Toca el apartamento 191B y responde una voz horrible "¿quien es?", vale destacar que esta voz tenía algo particular, el poder de engrifarle por primera vez cada pelo del cuerpo a Natasja, sonaba lenta y carente de melodía tan extraña que resultó dificil para la Rusa comprender si se tratase de una mujer mayor o de un hombre hastiado.
"¡que quién es, dije!"

"Es Natalia una amiga de Lilliana"

"¿Cuál Natalia?"

"Digale que es Natalia Koprivova"

"Espere un segundo"

Pasarom 9 minutos y responde una voz tan tierna, que le endulzó su estómago y activó su proceso de salibación ipsofacto. Abren la puerta y la rubia comienza a subir escalón por escalón hasta llegar a la tan querida puerta, en la cual puede observar un ojo color miel que mira desde el visor de esta.

Abre la puerta Lilliana, pequeña estatura, hermosa y delicada, detrás de ella un señor de baja estatura con gafas, la mira por milésima de segundos frunciendo el seño, como si la detestase toda la vida, se sienta en una mecedora antigúa.

Lilliana: por favor pasa por aquí.

Natasja: claro.

Y entran en un pequeño pasillo lleno de lujos en las paredes y un enorme cuadro que no había notado la ultima vez que conoció la gloria, un cuadro de un sementerio desolado, pintado únicamente bajo el color azul índigo, trazos finos y rápidos, un verdadero artista lo habrá hecho, pensó.

Acercandose más observó en la esquina inferior derecha de éste,

Lilliana Gutiérrez.

Dobla a la derecha y observa por segunda vez tal paraíso de ambigüedades y recuerdos llamativos. Lanza una mirada a la habitación de derecha a izquierda comenzando por la pequeña mesita de café, pasando por la cama, cruzando por la fina alfombra de "no sé que diablos" y terminando en el tocador lleno de perfumes y objetos para el pelo. Como si trazase un mapa con un lápiz fué reviviendo el momento donde comenzaron a estudiar, si, en esa mesita de caoba sencilla, donde Natasja le mandaba a Lilliana a hacer unos ejercicios y a los pocos segundos las manos de Natasja se movían de forma extraña dentro de la blusa de la estudiante.

"Recuerdas cuándo nos conocimos que me mudé aquí y pasabas casi media hora hablando conmigo por teléfono?"

Si, recuerdo que tu voz de niña me molestaba, sentía cierta irritación por ese tímbre chillón que llevas cuando dices " ¿a mi?" Pensaba que me deseabas en ese instante.- musitó Koprivova.

Te lo decía, mi respiración gritaba deseo , mi lengua hablaba de mares, mis buenos dias eran el mero camuflaje de cada bésame con locura,¿ qué esperas? - dijo Gutiérrez.

Y las horas se volvieron pesadas y extenuantes, míseras y coloquiales, Koprivova hablando de Aristóteles y las galaxias y la ojos de miel mojando las entrepiernas.

Encorvándose

Estirándose

Cruzando las patas para sentir cierto tacto sobre su ya extenso y voluptuoso grano de arroz.

Korpivova la miraba, sin querer mirarla, todo parecía mecánico y predecible, tanto, que su hambre de caza disminuía a grados exorbitantes.

Se acerca la niña y le acaricia el cuello de manera fugaz, baja la mano y toca su rodilla, Natasja lo siente, se desespera, pero al mismo tiempo una sensación de asquedad le traspasa la lengua, el sistema había perdido el sentido. Olía el sexo, pero al mismo tiempo le daba igual, estando excitada, todo se había envuelto y enrredado, a tal punto, que las emociones quedaron ahogadas, y no hubo más caricias en ese día, que las de ambas manos sintiendo las gruesas páginas de ensayos griegos que parecían tener vida propia ante la tragicomedia de esa pequeña habitación. Habitación llena de complejos y vagabunderías, dogmas y demonios por doquier danzando al compas del himno a Gomorra.

Habitación tan llena y vacía al mismo tiempo. Habitación donde las frecuencias de ondas de los pensamientos promiscuos de Lilliana chocaban con cada esquina, y las cervezas en las manos de los Ángeles se derramaban sobre sus pezones.

Saliba en cada rincon de su gastado y aparentemente nuevo cuerpo, su olor a vírgen podía confundirse con el SIDA, la sífilis y tantas maldiciones venéreas que escupía su irrefutable belleza. Se quedó sin sentido.

Los demonios se aburrían, no habían llamas, no habían fuegos artificiales, solo enseñanzas raras que a nadie le importaban.

El sistema OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora