CAPITULO 8: Momento inesperado

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—Adelante —escucho su voz fría y me animo a entrar.

—Aquí estoy —mi tono es de prepotencia pero es que no me sale otro más dócil —¿En que puedo ayudarle?

—Acérquese y tome asiento —me ordena.

Hago lo que me pide y me dirijo al asiento que se encuentra tras su escritorio, justo en frente de él. Me siento y cruzo las piernas esperando que por fin me diga lo que tiene que decirme.

—Usted dirá —me muerdo el labio.

—Como usted sabrá —comienza diciendo y le presto toda atención del mundo —en estos meses han bajado los ingresos —¿a donde querrá llegar? —he estado investigando y he llegado a la conclusión de que tenemos a un trabajador que está informando a la competencia sobre los proyectos que tenemos entre manos, nuestra campañas...

—¿Se refiere a un topo? —me hago la tonta.

—Exacto —este tema le genera impotencia, se lo noto en sus gestos, en su mirada.

—¿Por qué me está contando esto? —es lo que no entiendo.

—Por qué usted es nueva —me explica —le voy a ser sincero; no me gusta, hay algo que hace que desconfíe de usted y le aseguro que mi instinto nunca falla ... —se frena cuando le miro mal —pero debo admitir que eres la única trabajadora en la que podría confiar en este asunto tan delicado.

—Vaya —digo irónicamente —me descartas porque soy la última en llegar y dudo mucho que hubiera sido yo porque hace tres meses, yo no he estado trabajando aquí.

—Cuidado —me corta cabreado —no le voy a permitir que me hable con ese tonito —me callo porque no me quiero pelear con él y sinceramente, me interesa el giro que ha tomado la conversación —necesito que esté atenta, ha demostrado desenvolverse bien en diferentes áreas de la empresa —lo dice como si fuera malo.

—Lo he pillado —aliarnos me vendría genial —estaré atenta, le diré todo lo que vea o escuche y en el caso de que hubiera un topo, no se preocupe que lo averiguaremos —sonrío con suficiencia.

—Bien —creo que hemos llegado a un punto intermedio —no será necesario que le diga, que nadie debe saber lo que hemos hablado —me habla como si fuera tonta y eso me irrita un poco —cuando digo nadie, me refiero a nadie.

—No se preocupe, sé mantener la boca cerrada —suelto borde —dígame que ha averiguado.

—Eso no es de su incumbencia —me corta frío.

—¿Perdona? —esto es el colmo —si quiere que le ayude necesito saber toda la información relevante.

—Usted no necesita nada —se levanta y rodea su escritorio para dirigirse a la puerta —ahora tengo cosas que hacer, será mejor que se vaya.

¿Me está echando? esto es increíble, cuando pensé que nos estábamos acercando, que por fin teníamos un acuerdo, va y me contesta eso.

—Mire señor Aguilar —le digo cuando llego a su lado —no entiendo porque me dices algo tan importante cuando después no me informa del todo.

—Por qué no lo necesita —me contesta con ese tono que tanto odio —y además, no tengo que darle ningún tipo de explicación.

—Ya — me cruzo de brazos cabreada —siempre igual.

—¿Decías algo? —su tono ha cambiado y le miro para averiguar que ha pasado.

—Digo —me callo cuando veo ese brillo en sus ojos —que estoy cansada de esto —me pongo en mi sitio —si usted quiere que le ayude —le señalo con el dedo —necesito que me cuentes todo.

Todos los te quiero que no te dije (Saga TE QUIERO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora