Cuarenta ciclos a la deriva

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Toda noción se ha perdido durante la travesía en el limbo interplanetario. Tiempo, espacio, cordura, arrepentimiento, sensibilidad, todo quedó atrás junto a los Olvidados, allá en Aresía. El viaje en esta nave inició con cuatrocientos Exódicos, los sobrevivientes del desastre arésico. Ahora somos casi seiscientos; una vez más, la sobrepoblación es el problema.

Tal y como en Aresía, este mal trajo como consecuencia el inminente final, y algo me dice que enfrentaremos el mismo destino si no arribamos pronto a Geósica. El vital líquido comienza a escasear, y ya hay uno que otro barbaján que tiene la osadía de lucrar con la necesidad, tal y como los Privilegiados, ¿nos hemos convertido en aquello que alguna vez repudiamos?

La Nave II mandó una señal radiofónica a nuestro vehículo; habían entrado en la atmósfera de nuestro objetivo compartido, el planeta azul. —¡Admirable la belleza de Geósica!—se anunciaba en los parlantes al interior. Era la señal que esperábamos; cuarenta ciclos a la deriva, quizás más, comenzaban a valer la pena, o eso debíamos creer.

Una gran porción de nuestra nave se congratulaba del tan ansiado anuncio; el resto, críticos y pesimistas, sentíamos una vergonzosa alegría. Éramos ya parte de los Privilegiados, y como tal, ahora compartíamos responsabilidad y culpa. Exprimimos Aresía hasta el agotamiento y, a saber de la naturaleza de nuestra raza, el destino de Geósica, el bello planeta azul, ya estaba marcado.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2020 ⏰

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