06. Alumno (Winterwidow)

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Si llegaban a preguntarle como fue que acabo de esta forma no encontrará la forma de decirlo, muchos menos de concentrarse al tener a su maestro, su entrenador penetrándola de aquella forma. Fue entrenada para no dejarse llevar por los momentos de placer carnal, que siempre estuviera atenta porque nunca había que dejarse llevar por la otra persona.


Pero era imposible cuando el soldado la jodía tan bien como solo él podía, era con el único que se permitía ser ella misma. Sobre todo porque no era algo de unos meses, sino que fue el encargado de hacerla quien es.


Desde que estaba pequeña había sido llevada a la habitación roja, fue difícil, no lo va a negar. Pero también buscaba sobrevivir, sabía lo que le hacían aquellas chicas que trataban de escapar y no planeaba que su vida terminará tan rápido, por lo que se esforzó.


Hasta convertirse en la mejor de la habitación con el paso de los años y ahí fue cuando lo conoció, al soldado del invierno. En ese entonces apenas tenía los 15 años cuando decidieron que necesitaba un nuevo maestro que le enseñará más técnicas.


Al principio creía que era una máquina porque la expresión de su rostro, el vacío de sus ojos, la forma tan mecánica en como se desenvolvía, la forma en como respondía a los mayores del lugar. Pero conforme se dio comenzó a convivir se dio cuenta de la verdad.


Había sido obligado a estar ahí, no fue porque así lo deseaba y cada vez que veían que comenzaba a actuar como un ser humano le borraban la memoria, y era como iniciar de nuevo en una pizarra blanca. Algo que si salvaría es lo buen maestro que fue.


No solo le enseñó un combate con lo que hubiera a su alrededor, sino también con armas y hasta usar su cuerpo como distracción para lograr su cometido. En esas nuevas lecciones no pasó desapercibido la mirada del soldado cuando las cosas subían de tono.


Y aquello de cierta forma le entusiasmaba, no iba a negar que tenía cierto enamoramiento hacia aquel hombre. La forma en como actuaba y que no la trataba como una niña, sino que él mismo notaba como poco a poco comenzaba a convertirse en una mujer.


Y eso fue más obvio cuando a la edad de 23 años comenzaron a darles misiones juntos, puesto que no creían que todavía fuera capaz de hacerlo sola.


La primera vez que estuvo con él fue después de la primera misión a la que fueron juntos, recuerda con exactitud la forma en como le miró al notar como andaba vestida, puesto que le tocó entrar de infiltrada en aquella base y seducir al científico que debían matar. Y ahí fue donde todo comenzó.


Mientras esperaban a que fueran por ellos de alguna forma ambos estaban besándose y despojándose tanto de la ropa como de la arma, recuerda lo dulce que fue en su primera vez. Y aunque seguía haciéndolo de aquella forma había ocasiones en donde aquello se perdía y ambos se dejaban caer por la pasión, más que por el cariño mutuo que sentían.


Y aquello se volvió como una tradición, después de cada misión se tomaban un tiempo para "descargar" la adrenalina como lo llamaban ambos, porque no se sentían preparados para ponerle un nombre a lo que sentían. Ya que ella sabía que en cualquier momento se lo llevarían de nuevo y no habría forma de recuperarlo.


Y ese pequeño repasó la traía al presente o quizás se deba a como el glande del soldado se encontraba rozando su punto g con cada embestida que hacía, los gemidos y jadeos abundaban en aquella habitación. De verdad disfrutaba cuando ambos encontraban el momento para gozar de este acto carnal.


—Soldat, trakhni menya sil'neye.* —Sus palabras fueron suficiente para que sintiera el movimiento agresivo de las caderas del hombre, su cabeza se hizo hacía atrás.


En algunas ocasiones como está, cuando reiniciaban al soldado, era las que más odiaba aunque ambos follaban, no lograba sacarle palabras ni sonidos. Sabía que causaba algo en él: sin embargo, deseaba tanto escaparse y llevarlo con ella, pero si tan solo lo intentaba sabía que iban a separarlos y borrarle los recuerdos que tenían juntos.


Sentía como en su vientre comenzaba a tensarse, sabía que se encontraba cerca... solo le quedaba poco para lograr alcanzar su orgasmo.


—Blin, blizko, aga. Plyus*. —Un pequeño gritó dejó sus labios al llegar a la cumbre, pero está vez lo sintió diferente y fue ahí que sus oídos captaron unas palabras. Aún si su cuerpo había captado con buena atención aquellas palabras, su mente si lo hizo y de esa forma provocó que su orgasmo fuera más intenso de lo normal.


— YA lyublyu tebya, Natal'ya.*










Soldat, trakhni menya sil'neye.* Soldado, jódeme más fuerte.

Blin, blizko, aga. Plyus*. Maldición, cerca, si. Más.

YA lyublyu tebya, Natal'ya.* Te amo, Natalia.

LyubovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora