A Aroa se le agitó la respiración, y de un momento a otro entró en crisis de ansiedad.
La obligué a sentarse y tomar algo de agua, si hubiese sido por mi la dejaría ahí llorando, pero no puedo salir de aquí sola, se necesitan 5 personas para mi plan.-Respira más despacio o te desmayarás.-Le avisé y ella intentó calmarse.
Probablemente si muriera mi hermano, en vez de llorar rompería cosas. Llorar no sirve de nada. Romper cosas tampoco, pero toda tu fuerza va concentrado a un objeto, o a alguien, tu ira desaparece y te sientes mejor.
Cuando por fin consigue articular alguna palabra me dice que vayamos a la 'habitación', ya que están a punto de registrar celda por celda y tenemos que estar en nuestra correspondiente.
Al saberme el camino de memoria, le cojo la mano y esquivo el bullicio que se ha formado en el pasillo central, guiándonos hasta nuestro destino.
De repente una melena pelirroja cae contra mi.-¿Qué haces subnormal? ¿No sabes mirar por donde vas o qué?-Le grito para que consiga escucharme.
-Tranquilízate, ha sido tu culpa por meterte en medio de una pelea, ¿no tienes otra cosa que hacer niñata? Camina, no te quiero ahí parada.
-Valeria, es una veterana, vamos a la celda rápido.
Acabo de llegar y sinceramente, paso de peleas, así que le hago caso y continúo mi camino.
Al llegar todo está como lo hemos dejado, y dos minutos después de entrar, se cierran los barrotes que hacen de puerta.Después de quince minutos escuchando la respiración de Aroa, un guardia de aspecto inglés, rubio y con los brazos marcados, pasa por delante de nosotras.
-¿Puedo ir a la capilla? Necesito ver a mi hermana.-Me sorprende escuchar su voz después de tanto rato en silencio.
-Aroa ya sabes que hasta las 17:00 no puedes asistir. El funeral se hará fuera de la cárcel, si quieres pedir permiso para salir unas horas, ya sabes con quién tienes que hablar.-Lo primero que pienso es que ellos dos ya se conocen, es obvio si mi compañera lleva aquí 3 años.
-Pero, ¿y si no me lo concede? ¿No existe posibilidad de que la vea antes de irse?-El chico con acento británico mira al fondo del pasillo y luego a ella.
-Dame 30 minutos que acabe la ronda, y veré que puedo hacer.- Acto seguido, se va. Nos deja a nosotras dos solas, nuevamente. Entonces Aroa baja de la parte de arriba de la litera.
-Gracias por no dejarme sola.
-De nada.-Sé que he sonado fría, pero no quiero que se encariñe de mi. Solo la necesito para el plan, nada más.
Ella vuelve a su cama y yo me tumbo en la mía. A las 15:30 vuelve a pasar el mismo chico.-Ven Aroa.
Y ella obedece silenciosamente. Las puertas de hierro se abren automáticamente, haciendo un sonido mecánico, acompañado con una especie de alarma.
Me dejan sola y aprovecho para dormir.
Cuando me despierto Aroa todavía no ha vuelto, pero las puertas están abiertas, así que salgo sin pensármelo dos veces.-¡Niñata!- Escucho detrás de mi. Reconozco la voz, así que me doy la vuelta y la miro a los ojos.-Muy bien ya te sabes tu nuevo nombre. ¿Que te ha traído hasta aquí? Eres muy cria para estar en una de las cárceles con el rango de peligro más alto.
-¿A ti qué te importa? Pregunto, es que no creo que te deba ninguna explicación.
Se acercan a mi ella y dos más siguiéndolas.
-Perdona, ¿puedes repetir lo que has dicho?- Me suelta la pelirroja cuando está a 2 centímetros de mi.
-Que no te incumbe, no te debo nada.
Digo sin más dándome la vuelta. No es nadie para llamarme así y pisotearme como le dé la gana.
Dispuesta a marcharme, noto como me coge del pelo y me tira hacia ella.
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Fugitiva.
Non-FictionValeria. 18 años. Nacida en Brooklyn. Asesina. Eso pone en su expediente policial. Mató a sangre fría, y no se arrepiente de ello. Antes de que la encerraran, ya tenía variadas ideas sobre cómo salir de la cárcel. Pero, ¿las llevará a cabo?