T R E S.

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Me atrae hacia si, y cuando estoy en la distancia necesaria, me volteo ligeramente y le pego un puñetazo en la cara.

-¡Idiota! ¡Le has roto la nariz! - Exclama una de las que iban detrás de la pelirroja.

Parece que no le importa estar sangrando. La miro, y como si lo había notado, ella me mira a mi.

-Lia déjala -No logro reconocer de donde proviene la voz, pero hace caso omiso.

Se acerca a mi, me vuelve a coger del pelo y me tira al suelo. Le cojo los brazos y la atraigo conmigo. Me coloco a horcajadas encima de ella y le meto un puñetazo. Otro. Otro. Otro. Ella me da una patada en las costillas, y aprovecha para ponerme en el suelo y continuar pegándome. Después de pegarme un puñetazo, copio sus movimientos, lo que no me esperaba es que no se inmutara de ninguna manera, entonces de forma casi involuntaria, la cojo del pelo y la empujo contra el suelo con todas mis fuerzas. «Mierda» No reacciona, no se mueve. No respira.
Levanto la cabeza para volver a la realidad. Un círculo de presas se ha formado alrededor de nuestra pelea.
Parece que todo va a cámara lenta. Nadie grita nada, solo hay silencio. Unos guardas vienen para separarnos. Tengo la nariz rota por el puñetazo que me ha dado. Me preguntan si estoy bien. Asiento y me levantan del suelo.

- Estoy sangrando -Digo incapaz de articular una palabra bien formada.

-Llevadla a aislamiento, y llevad a Lia a la enfermería. -El mundo se para cuando el segurata lo dice.

Automáticamente me ponen unas esposas y me llevan a través de un pasillo blanco, el cual está apartado del central.
La luz es aún más oscura que la de la celda y me cuesta ver por donde voy.
Hace bastante frío ya causa de eso, parece que incluso las puertas emiten más frio. Cuando nos paramos justo delante de la entrada que da acceso a la habitación de aislamiento.

- 36 -Anuncia el guardia, automáticamente una puerta grande y de metal se abre haciendo un ruido metálico que retumba en las paredes blancas.

Me empujan y me explican que estaré en aislamiento 48 horas o una semana, tienen que comprobar si mi comportamiento ha llevado a Lia a la muerte. Asiento, me quitan las esposas y cierran la puerta, volviendo a hacer un escándalo.
Me tumbo en algo que aquí llaman cama. Tiene un colchón demasiado fino.
Paso horas mirando el techo, sin remordimientos en el caso de que la haya matado. A las 21:00 se abre una ventana metálica que contiene la puerta, y me entregan una bandeja con mi cena. Carne a medio hacer, algo de puré y ensalada como complemento. Como esperaba, no hay cubiertos. Supongo que por si intento escapar o matar a alguien.

- Toma, tienes 15 minutos para devolver la bandeja y comer todo lo que hay. -Me sorprende la voz del policía británico.

- ¿Cuánto tiempo estaré aquí? -Pregunto antes de que vuelvan a cerrar la ventana.

- 48 horas.

Cojo la bandeja y sin tener tiempo para decir algo más, cierran lo único con lo que podía comunicarme.

«48 horas, no la he matado»

Lia está viva, y con ella, mi esperanza de conseguir una persona más para mi plan.
No me cae bien, pero es la fuerza que necesito. Aún que si las cosas salen mal, ella podría ser una soplona. Tengo que estudiar sus puntos fuertes y débiles. Pero para eso, tenía que ser su amiga.

Mis pensamientos se interrumpen cuando el británico reclama mi bandeja. Se la entrego y él vuelve a cerrar.

Me duele la nariz, pero hago caso omiso y me obligo a dormir.

Fugitiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora