Aporrean la puerta haciendo que me despierte.
Un chico con gafas y ojos verdes, me entrega la bandeja del desayuno y cierra. Café con leche acompañado de un paquete de 4 galletas.
Pasados los quince minutos, el mismo chico abre de nuevo.
- Antes de que cierres, ¿qué hora es?
- Las 8:15. - Dice fríamente y cierra deslizando con rapidez.
Las siguientes horas me las pasé en la cama mirando al techo. El aburrimiento me iba a matar si no lo hacía antes el hambre.
Justo como si me hubiesen escuchado mis pensamientos, entregan la comida. Sopa de primero, con un plato de canelones de carne de segundo, agua y pan.
Cuando acabo de comer vuelvo a la cama y me duermo para que acabe más rápido el día. Al despertarme solo han pasado un par de horas. Decido ponerme a hacer ejercicio para mantener mi figura.
Fuera de prisión podía ir al gimnasio cada día, pero estando en aislamiento, se me hace difícil hacer muchos ejercicios. Tampoco es que pueda pensar mucho en ejercitarme cuando tengo un plan de fuga en mente.
En el momento en el que dejo de hacer deporte, las mismas palabras de aquel día, vuelven a mi mente.'Nadie se acercará a ti nunca, por que haces daño a los demás. Te mereces estar sola.'
Pero esta vez contengo la rabia, y repaso cada momento de aquel día.
Por la mañana temprano fui a trabajar como cualquier día. Y en el momento en el que me subí al coche de mi actualmente ex-novio, comenzó el caos.- ¿Dónde cojones estuviste anoche? -Nada más entrar al vehículo me agarró del brazo y me gritó.
- Estuve hasta tarde trabajando en la oficina, deja de chillarme. -Intenté defenderme
- No te creo.
- Pues no me creas, no te debo explicaciones de nada. -Dije mientras me ponía el cinturón, pese a que estábamos aparcados enfrente de mi piso.
-¡¿Que cojones dices?! ¿Que no me debes explicaciones? Me debes todo lo que tienes y lo sabes, ¡si no fuera por mi estarías en la calle!
En ese momento sentí que toda mi rabia corría por mis venas, me había pegado un par de veces y no iba a dejar que hubiera una tercera.
Salí del coche con intención de volver a casa e ir más tarde a trabajar, al fin y al cabo tenía un horario libre y podía ir a la hora que quisiera. Él me siguió, vino detrás de mí y entró a la fuerza al piso. Comenzó a pegarme un golpe tras otro. Mientras repetía la misma frase una y otra vez.'Nadie se acercará a ti nunca, por que haces daño a los demás. Te mereces estar sola.'
Me encerró en la cocina. Estúpido él por pensar que no era capaz de cualquier cosa. Cogí un cuchillo del cajón, y me senté en una esquina a esperar que entrara. Cuando lo hizo, no lo dude dos veces y se lo clavé. Una vez en la cabeza, y otras dos veces en el pecho.
Supongo que algún vecino escuchó gritos, y llamó a la policía, ya que a los 10 minutos estaban entrando por la puerta. No me dejaron explicarme y me sentenciaron a cadena perpetua sin posibilidad a libertad condicional.
En ese momento me dio igual, pero cuando asumí que pasaría aquí el resto de mis días, entendí que nunca debí haberlo matado, simplemente tendría que haber salido de allí y buscar ayuda.
Ahora estaba condenada a pasar aquí mi vida, al menos hasta que me fugara.
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Fugitiva.
Non-FictionValeria. 18 años. Nacida en Brooklyn. Asesina. Eso pone en su expediente policial. Mató a sangre fría, y no se arrepiente de ello. Antes de que la encerraran, ya tenía variadas ideas sobre cómo salir de la cárcel. Pero, ¿las llevará a cabo?