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Fue el velorio más triste al que haya ido, tu madre no dejó de llorar en ningún momento y tampoco tu padre, que solamente apretaba los puños, nuestro amigo nisiquiera se había presentado.
Todos estaban en silencio, velando por ti, eras la chica alegre de la aldea, la que sin importar que, jamás dejó de sonreír, incluso segundos antes de su muerte, pero escuché un comentario que dejó por completo mis pensamientos en un infierno alocado.
─── No fue su culpa, ese niño salvó la aldea.
¿Qué hice? Yo no salve nada, maté a la persona que más amaba en este mundo tan podrido. Si, porque yo fui quién te mató, mi egoísmo te apartó de quienes más amabas, mi envidia.
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